miércoles, 2 de noviembre de 2011

LOS SALONES RECREATIVOS

Hay quien se está dedicando a realizar “bancos de sonidos” para que no se pierdan los viejos ambientes. Se trata de poder escuchar de nuevo la música de los afiladores y sus particulares silbatos o el ambiente de la subasta de pescado. Muchos sonidos cotidianos llega un día en el que desaparecen y no siempre es posible recuperarlos. Espectáculos callejeros como el de los Charlatanes o los Titiriteros, pueden ser recreados gracias a la literatura pero son muchos los matices a contemplar para hacer posible una recreación fiable y reconocible por quienes los vivieron.

Uno de los ambientes difíciles de recuperar, es el de las “salas de futbolines” o “salones recreativos”. Aunque quedan contados locales que podrían denominarse así, estos ya no sirven para registrar lo que fueran los ruidosos y cargados billares de barrio entre las décadas de los sesenta a los ochenta.

Una reconstrucción fiel requeriría juntar unos cuantos ping-pongs , un par de mesas de billar, cuatro o cinco máquinas de petacos y varios futbolines de los dos formatos conocidos: con una pata o dos pies.

Importante también conseguir a uno de esos varones de edad indefinida que solían regentarlos. Hombres suficientemente duros para que no les tomaran el pelo los macarrillas y lo bastante amables como para no recordar a los agrios profesores de la época. Hombres capaces de pasar largas horas de brazos cruzados, artistas del cambio exacto tras una comanda de 25 clases diferentes de chuches. Hombres expertos en abrir futbolines y billares con la colilla encendida en la comisura de los labios al rescate de la bola escurridiza. Señores dignos y poco habladores a los que una vez podrías engañar , rara vez, dos veces y desde luego, un tercer intento te haría proscrito en el lugar.Y es que aquello era territorio varón. Nadie imaginaba por ahí ninguna hembra que no fueran las neumáticas e insinuantes figuras dibujadas en las máquinas de petacos. Eran espacios extraescolares por libre donde aprender artimañas para estirar los cuatro duros de paga. El cuaderno que se desliza para evitar que la bola se cuele por la portería, el alambre que se cuela por las tripas del “pinball” y te da varias partidas gratis, el imán que retarda el reloj del billar… un mundo de picardías que no estaba al alcance de cualquiera, que trazaban la raya sutil entre el listo y el panoli en un paisaje de poses autosuficientes y ensayos de estilo.



11 comentarios:

Txolarte dijo...

No todo territorio varón. Las máquinas de discos, marcaron un pequeño espacio, que salvando las distancias, cumplía las funciones del olvidado abanico.

Juli Gan dijo...

En los recreativos, territorio de los macarrillas, nunca entré. En el bar de mi tía había un petaco (pinball) que me extasiaba, que luego cambiaron por una máquina de marcianitos. Alucinaba con mi tío, que era capaz de pasar tres pantallas. Yo no pasaba de la primera a mis siete años.

Anónimo dijo...

Me ha encantado. Lástima esa "ralla" casi al final.

Anónimo dijo...

Pues alguien ya ha se ha encargado de hacerlo. Yo tengo varios registros de salas recretivas, y ademas organizados por epocas :-)

Anónimo dijo...

De acuerdo con Txolarte, siempre nos quedaba la maquina de discos. Un pavo (un duro, dos sencillos) te garantizaba que si aponias Los Pecos alguien del sexo contrario se acercaba, o al menos lo intentabas. Mayormente molaba mas el Rock and Roll Radio de los Ramones o el impagable "Suena la Campana" de Tequila, for example. Y una pregunta para el foro, porqué los dueños de las salas eran, al menos en mi barrio, gallegos....

nineuk dijo...

Yo creo haber visto algunas chicas en las postrimerías de su existencia, efectivamente en torno a la máquina de discos, que también tenía su piocaresca. Un adecuado toque de cadera ponía la aguja otra vez en el principio. Mi dos principales salones fueron "Arteche" y "Florín", desconozco el origen de los dueños.

Txolarte dijo...

De macarrillas, nada Julita.
Malos estudiantes, no te puedo negar.
Quién no ha conocido la época, no sabe, que en aquellos adorables años, muchos de los grupos de la explosión Londinense, sola los podíamos escuchar en aquellos lugares. Tocadiscos solo tenían los más afortunados.
De todas formas, esas experiencias tenían un elemento fundamental, que era, la vida en vivo en directo, llena de sensaciones.
No sé, si mejor o peor, pero no me negareis, que un buen post, sin una sonrisa o un buen abrazo no es na.
¿Creo que me estoy envejeciendo NiNeuk?
Pd.
En Sestao, el más emblemático salón de billar fue el de Félix. Apunta Anónimo por si no lo tienes registrado.
Salud para todos. ¡PORQUE EL DINERO, YA SE LO HAN GASTADO, O SE LO HAN GUARDADO|

Anónimo dijo...

El mío no tenía ni música, solo esos ruidos de los que hablas y proximidad al colegio (algo importante). Cuando la conjunción planetaria coincidía y había un poco de dinero en el bolsillo (tres o cuatro veces al año como mucho), los macarrillas y jugadores de uno de esos locales nos acercábamos en grupo a otro local a medirnos las caras, entonces los pardillos desaparecían y aquello se convertía en una lucha de titanes, solíamos ir al Jairo…….umm… allí se generaban las leyendas.

Un saludo.
Félix

Anónimo dijo...

jeeej, anda que no he metido horas ni na en esos garitos, en Santurtzi puedo dar constancia de 4 de ellos, ya te los enumerare, en petit comite por que por nombres creo que solo me acuerdo de uno, la sala Silja en Mamariga.

Anónimo dijo...

Entre las artimañas de última generación estaba el famoso magiclick, capaz de darte 48 partidas gratis en las máquinas de marcianitos, al menos en los garitos de Iturribide

nineuk dijo...

Interesantes aportaciones, aunque 48 partidas seguidas de marcianitos podrían transtornar a cualquiera. Mi historial con los juegos de ese tipo se pierde en el tetrix...Mi hija de 10 años no puede comprender mi absolta torpeza con Mario Bros...