jueves, 10 de octubre de 2013

EL DÍA QUE ESTUVE CON NICK HORNBY



Supongo que todos contamos con personajes que influyen en nuestra vida. Actores que nos han hecho sentir, cantantes que nos han arrebatado el alma, comediantes con los que nos hemos partido por el eje. A veces estas influencias no son puntuales, se alargan en el tiempo libro a libro, disco a disco, película a película. Se convierten en algo parecido a seguir a un deportista o a un equipo de fútbol. Disfrutas con sus buenas rachas, te preocupas en los baches, acabas haciendo un seguimiento porque , de alguna forma, se han convertido en algo de cierta importancia en tu vida. 
No es muy común que esto lo puedas comunicar directamente. A veces puede darse el caso y ese momento es algo que no olvidarás mientras vivas.
La semana pasada los astros se alinearon para que yo acabara comiendo al lado de un autor al que he seguido desde sus comienzos. Gracias a la recomendación de mi pana Bruno Pekín le hinqué el diente por primera vez cuando contaba con treinta y cinco años. Yo cumplí los treinta y seis a la vez leía como los cumplía el protagonista del libro. Me encantó la relación con la música que tenía el protagonista y en cierto modo me vi reflejado en la que dibujaba respecto a su relación con las mujeres. Después adquirí su anterior novela "Fiebre en Las Gradas" y también me vi dibujado en esa incomprensible persistencia en seguir a un equipo de fútbol cuando sabes que su perfil no te va a garantizar constantes alegrías. Un hábito que sueles heredar de tu padre y que va unido en cierto modo a cierto concepto de la masculinidad que aunque sabes, a veces, absurdo, te arrastra como un tsunami. 
En todas las demás novelas de Nick Hornby ha habido momentos de "arrebato" esa maravilla que tan bien describía Ivan Zulueta en la pelicula del mismo nombre, eso que ocurre mucho en la infancia, cuando te puedes quedar colgado de una simple viñeta pero va costando según creces, porque perdemos a menudo la capacidad de abstraerte tanto. Este año "La Risa de Bilbao" ha contado con su presencia y en otra jornada también con la mía, en compañía esta vez de Fermin Muguruza y Gari. En la jornada de presentación los organizadores tuvieron el detallazo de hacerme un regalo que a la vez fue un pequeño tormento en los días previos: comer al lado de un tipo que no te conoce de nada pero que tú consideras importante en tu vida. Esto siempre es un peligro. Como bien decía Guille Milkiway (La Casa Azul) conocer a alguien que admiras siempre puede ser un camino hacia la frustración. No lo fue. Hornby además de un escritor sensible me dio la impresión de ser un tipo agradable. Su actitud es lo mas alejado al divismo y su curiosidad está por encima del control sobre la impresión que pueda causar. En mi esforzada conversación surgieron el fútbol y la música, los tópicos sobre Gran Bretaña y la relación con los hijos. Hubo un momento especialmente divertido cuando empezaron a escucharse una especie de mazazos que venían de alguna estancia contigua. "Tienen a alguien encerrado por ahí" -dijo-  "sin duda alguien a quien no gustó la comida que dan". 
Se mostró interesado por la música latina. me atreví a sugerirle algunos discos de Ruben Blades, ya que deduzco, esta es una zona por la que no ha transitado demasiado. Por la tarde el escritor catalán Kiko Amat le entrevistó ante una sala BBK bien nutrida de público. En los cincuenta minutos largos que duró la entrevista se dijeron muchas cosas interesantes. Cuando Kiko le invitó a poner notas a sus libros, Nick se mostró deliberadamente mesurado. Solo puso un cinco a "Fiebre en Las Gradas" y "Alta Fidelidad" y la nota mas alta fue para "Juliette Desnuda" a la que puso un cinco y medio. "Así tengo margen de mejora para el futuro" apostilló. Tras el acto me acerqué a el para regalarle un disco de Ruben Blades y Willy Colón que pareció acoger con especial agrado. El Athletic le regaló también una camiseta con su nombre, que exhibió ante el público allí congregado.
Reproduzco a continuación la entrevista que le realizó Itziar Reyero para el diario ABC, en la cual se reflejan buena parte de los conceptos que allí se comentaron:
      

Una se imagina Nick Hornby (Reino Unido, 1957) sentado tras un biombo en su piso londinense, mientras al otro lado su batallón de lectores desfila sobre el diván buscándose a sí mismos a través de sus lecturas. El exitoso autor de «Alta fidelidad» o «Fiebre en las gradas» sigue deleitándose diseccionando al hombre moderno en sus miserias, sobre el manejo de materiales altamente populares como el fútbol, la música o las series de televisión, sobre la que girará su futura novela. Sus obsesiones -la inmadurez, la culpa, la búsqueda de certezas- y una carcajada casi nerviosa acompañan a este fino analista de lo cotidiano .
-Su equipo del alma, el Arsenal, ganó el domingo y lidera la Liga inglesa. ¿Le hace eso feliz?
-¡Sí, sí! Es una bonita sorpresa, pero es septiembre. Habrá que ver en mayo.
-Se lo pregunto porque es un maestro en retratar la búsqueda de la felicidad en cosas triviales, como el fútbol o la música. ¿Por qué no escribir sobre negocios o la política?
-Bueno -ríe-, escribo sobre lo que soy bueno. Y porque creo que nadie había afrontado estos temas como se merecían. Quería defender las cosas que me apasionan. Y eso de que son triviales... Soy un relativista. No diferencio entre música pop, televisión, literatura o arte. No jerarquizo. Aceptaría que la música pop es un asunto trivial si también la pintura o la literatura lo son.
-¿No esconderá una razón alfabetizadora de atraer a la masa al leer?
-No es algo consciente. Pero conocía a mucha gente inteligente, que sabe de política y de economía, pero que también ama el fútbol y la música, al mismo nivel, y siempre son relegados. Yo quise reflejarles a ellos en mis libros.
-Le clasifican como un «escritor pop». ¿Puede decir qué es eso?
-¡No tengo ni idea! Quizá solo si tus personajes escuchan pop y ven la televisión tú ya eres un escritor pop.
-¿Cree que le relegan así del panteón de grandes escritores serios?
-No me preocupa... (Se lo piensa) No quiero hacer una comparación entre su escritura y la mía, pero Dickens nunca tuvo críticas serias en su vida. Fue un gran autor «pop». «Casa desolada» nunca obtuvo una crítica en los periódicos de la época, porque todo el mundo leía sus libros. Me gusta pensar que soy Dickens, ¡y a lo mejor lo soy! Quizá en doscientos años seré un autor serio, no sé, nadie lo sabe. Pero sí sé que no puedes sobrevivir como autor después de la muerte si en vida nadie te lee.
-¿Pero hacer literatura irónica de lo cotidiano es un género menor?
-Lo que a mí más me preocupa es que la literatura seria está perdiendo su conexión con la audiencia, se margina. Aspiro a convertirme en parte de la conversación cultural. Porque en los últimos veinte años los libros no han sido parte central de la conversación cultural, y eso me entristece.
-Sus personajes tienen mucha carga psicológica. ¿Cree que hay entre sus lectores quien toma sus libros como manuales de autoayuda?
-Si lo hacen no creo que les lleven muy lejos, porque la mayoría de mis personajes no tienen solución. (Se carcajea). Pero creo que a la gente le divierte particularmente la reflexión sobre sí mismos, verse reflejados en lo que son. Por eso es tan importante no perder la conexión con el lector.
-¿Dónde puede hallar el hombre moderno las certezas necesarias para guiarse en la vida ahora que los viejos referentes pierden su categoría de verdad absoluta?
-Uno de los conflictos de nuestras sociedades modernas es que todas estas viejas certezas pierden ahora sentido. La Iglesia, los periódicos, el Gobierno... pierden credibilidad. Así que estamos en una era de caos intelectual, supongo, pero es bueno replantearnos ciertas cosas.
-Aborda el tema de la identidad desde los grupos, clubes de fútbol o subculturas musicales. Pero asistir a un estadio con la masa es renunciar a la individualidad. ¿Cómo manejar esta contradicción?
-Bueno, a todos nos gusta formar parte de un grupo. Y creo que una de las alegrías es que durante un par de horas renunciamos a ser nosotros. Es cansado ser uno mismo todo el rato (carcajada), olvidas problemas, renuncias al yo. Me gusta entregarme a aquello en lo que pierdo el control y, si el resultado no es bueno, da igual. Me encanta ser parte de la multitud, a veces.
-Cronista del alma humana, aborda la culpa, la inmadurez, la inseguridad. ¿A qué tiene miedo?
-A la muerte (carcajada). No, en serio. Siento todas estas cosas: la culpa, la inseguridad… Y, por supuesto, es algo que abordo en mis libros. Me interesan las imperfecciones del hombre, por qué fallamos. Es lo único real e importante. Porque todos fallamos en algo. La vida que vivimos no es la que esperábamos vivir. Y me gusta hacer bromas sobre eso. Es más fácil bromear sobre la culpa, el error y la inseguridad que bromear sobre el éxito.
-¿Reírse de las miserias de uno es la única forma de sobrevivir?
-Bueno, es mi única manera. La gente que no quiere reírse de estas cosas no me lee a mí (carcajada).
-¿Por qué esa obsesión de ser buenos, que traza con ironía?
-Son tiempos complicados. Las sociedades occidentales son ateas, algo que nunca antes pasó en la Historia. En este caos intelectual, no hay Dios, no hay autoridad… Está el tema de Bob Dylan: «Para vivir fuera de la ley, debes ser honesto». Creo que es lo mismo. Sin religión, la honestidad está en nosotros, decidir cómo vivir.
-¿Por qué no está en Twitter?
-¿Twitter? Porque lo odio.
-¿Por qué?
-Porque o te pasas el día pensando algo inteligente o divertido que poner o cuentas «¡oh, acabo de desayunar! Y bla bla bla»… No quiero hacer nada de esto. Me interesa como fenómeno ver cómo la masa reacciona de forma inmediata ante algo, como en el estadio. Pero no quiero participar ¡Encuentro difícil escribir, es un trabajo arduo! Y, si tengo algo inteligente o divertido que contar, prefiero reservarme esas tres líneas, quedármelas para mi novela o mi próximo guión.

6 comentarios:

Noemí Pastor dijo...

Años lleva todo el mundo diciéndome que tengo que leer a Hornby y yo resistiéndome. Pero ya me voy a dar por vencida y convencida. Hala, venga, bien. ¿Por qué libro empiezo?

nineuk dijo...

Es curioso, tiempo ha que detecto una cierta pereza femenina hacia su obra. ¿El futbol? No sé. A otra "resistente" le aconsejé "Juliette Desnuda" (la última) y le gustó. Ahí queda eso...

Noemí Pastor dijo...

No había reparado en ello, pero igual va a ser que el buen hombre emite ese tipo de señales testosterónicas de "escribo para mis amigotes". No lo sé. Ya hablaremos cuando lo lea.

nineuk dijo...

La verdad que a alguien con tantas lecturas a sus espaldas, da cosa aconsejarle pero te gusta Jaime Baily y creo que hay algo en el estilo de ambos que puede emparentar...ya me dirás...

Noemí Pastor dijo...

Nadie se lo ha leído todo ni se lo leerá jamás.
Ya te diré.

Anónimo dijo...

Hay ocasiones que es recomendable matar a tus ídolos... imposible en este caso de alguien con el que te reconoces en las distancias cortas. Su respuesta sobre el fútbol es genial: "una de las alegrías es que durante un par de horas renunciamos a ser nosotros. Es cansado ser uno mismo todo el rato (carcajada), olvidas problemas, renuncias al yo.

Santi Atxuko