viernes, 29 de noviembre de 2013

TALLER



7/9/2084 Querido diario:
 Las condiciones en este infecto taller subterráneo  son cada vez más penosas. Empiezo a dudar incluso que pueda mantenerte mucho tiempo conmigo. Los encargados controlan de cerca nuestras pertenencias. Tener un cuaderno y un lápiz es severamente castigado. Claro que  ¿Qué podría hacer yo sin ti? Mi único atisbo de satisfacción es poder expresar  estos sentimientos de asco y desesperación en tus páginas, con la esperanza de que alguien algún día las lea y sepa que  hubo un tiempo en el que miles de seres humanos europeos sobrevivíamos de mala manera  hacinados en talleres  textiles ilegales para que los malditos pijos orientales asiáticos pudieran vestir barato y a la moda. Oh Dios, te tengo que dejar…

6 comentarios:

susana dijo...

No tengo nada que añadir, bueno si, un abrazo!

nineuk dijo...

Añado yo otro pues. Y fuerte además.

Joseba Etxebarria dijo...

Pijismo low-cost? Eso es más bien cosa de chonis y de canis, que no pertenecen precisamente a una clase social económicamente acomodada. Creo más bien que por estos lares al estereotipo del pijo tradicional, de náuticos y camisas de cuello italiano, le sigue la subespecie más autóctona del pijo surfer-montañero.

En fin, que llegado a la cuarentena renovar el vestuario puede convertirse en una tortura, como estar obligado a elegir entre comprarse ropa de adolescente o de señor mayor, como estar obligado a elegir entre el chumba-chumba musical de esas tiendas low-cost y el "Abrázame fuerte lady Laura" de la sección de caballero de unos conocidísimos grandes almacenes. Como si la banda sonora precisa capaz de describir ese sentimiento de frustración fuera inevitablemente una canción de Tom Waits.

http://tny.gs/18Kkhl1

Ondo izan.

nineuk dijo...

Interesante cuestión, si señor.En esa disyuntiva los vaqueros siguen ganando batallas sin cesar y una vez mas recierdo aquella frase de Alex de Laigleia cuando hizo "Acción Mutante". Meterse con los pijos no es nada problemático porque nadie se tiene así mismo por tal. Lo que sospecho (volviendo al microrrelato) es que que al esclavo de turno le sobran los matices.

Joseba Etxebarria dijo...

Pues mira que andaba yo buscando esta pasada primavera una camisa de estampado de flores que me hiciera sentir "younger than yesterday" tal como lo cantaban The Byrds... Venga, vale, ¿añado a las dos categorías de pijo antes mencionadas la de pijo gafapastil? ;-)

PS. Puto Alex :D

http://tny.gs/1bzXNRq

nineuk dijo...

Adjunto un artículo de opinión que publiqué en su día y creo que casa con lo que comentamos:
Pijos

Dicen las crónicas que a principios de siglo eran contadas las duchas en las casas. Usaban los baños públicos o simplemente, no se duchaban. Tampoco existían empastes ni endodoncias. El personal se sacaba las muelas y a ciertas edades era normal lucir una sonrisa mellada.
Llegados al fin del milenio, podemos observar que cada vez es más frecuente afeitarse los pelillos de la nariz, teñirse las canas o blanquearse los dientes, por no hablar de cirugías, liposucciones e implantes capilares.
Vamos sentando así, sutilmente, nuevas formas de segregación muy civilizadas. En teoría somos muy libres de llevar el pelo rojo o de ponernos un pendiente en la nariz, pero ningún manual lo aconseja para entrevistas de trabajo y además, la moda puede avalar estas tendencias como algo moderno, otra cosa es que te dejes barba sólo en media cara, una patilla larga y la otra corta o decidas llevar colgando un bote de Cola-Cao.
Si optas por ducharte poco o cambiarte de ropa cada semana -algo que no era antaño tan terrible- es más que probable que pierdas amigos y recibas recriminaciones, por no hablar de los locales donde no te dejarán pasar. Si tu apariencia no se adapta a las nuevas exigencias pasarás al lote de los impresentables, esas gentes abominables que llevan el jersey con bolitas, calcetines blancos con dos rayitas, gafas de concha, medallones, o cualquier otro horror totalmente reglamentario hace sólo diez años.
La publicidad, ese espejo en que se retrata la sociedad, nos presenta viejecitos morenos y sonrientes, jóvenes relucientes y poderosos, bebés rubios y de ojos azules, como los quería Hitler. Hoy día puede ser un serio problema tener chepa o cojera. Decía Álex de la Iglesia que nadie se ofendió con su Acción Mutante porque nadie se tiene a sí mismo por pijo. Quizá sea también que ciertos valores del pijismo han penetrado en nosotros más de lo que estamos dispuestos a reconocer.