miércoles, 6 de septiembre de 2017

PARADOJAS

Mapa del territorio reivindicado por el ISIS 
Hay un capítulo en “Patria”, de Fernando Aramburu, en el que “Txato”, empresario al que ETA viene amenazando de muerte, va con su hijo a La Romareda a ver un Zaragoza-Real Sociedad. Hinchas furibundos se pasan el partido llamándoles “terroristas”, “vascos hijos de puta” y demás lindezas habituales en la época.
Recordaba esta paradoja  -muy verosímil – hablando con amigos de Girona, durante una recientes vacaciones. “A los catalanes nos odian mucho más que a vosotros, y aquí no ha habido asesinatos, es increíble”. Ciertamente, si nos fijamos, por poner un ejemplo reciente, en los estereotipos que aparecen en las películas de los “apellidos”, los vascos podremos aparecer como brutos pero el regusto final es de cierta simpatía. Los catalanes son retratados como snobs y usureros sin demasiado margen para la empatía.
Mis amigos del Ampurdá han abrazado el independentismo en los últimos años. La serie de torpezas y humillaciones producidas de Zapatero a esta parte han contribuido sobremanera a esta salida generalizada del armario. Sin embargo, curiosamente, dicen no ser nacionalistas. A mí esto no me acaba de cuadrar. Parece lógico que la reivindicación de un Estado propio parta de un sentimiento nacional, ¿cuales son si no las razones para poner unos límites u otros a tu país? Pongamos que aparece petróleo en el valle de Arratia, ¿bastaría el nivel de vida que podrían alcanzar para reivindicar la independencia?
Mis amigos de Barcelona (La Prospertitat, distrito de Nou Barris) en cambio, no son independentistas. Nos tratamos con cierta frecuencia desde que organizaban conciertos con grupos vascos en los 80. Ellos piensan, con la izquierda clásica, que el nacionalismo siempre favorece a los poderosos, aunque apoyan el referéndum como única salida democrática al problema. Por cierto, mis únicos amigos independentistas y nacionalistas “de siempre” son valencianos.
Otra paradoja bastante llamativa es la proliferación de grupos, dúos y solistas de rumba catalana. En eso no hay diferencias, todo el mundo disfruta de lo lindo –yo mismo tambien, sí-  y no es extraño escuchar en unas fiestas a uno de estos grupos, con cierto deje “sureño” y aflamencado, cantando en castellano y gritando consignas “soberanistas”.
Y en medio de tanta paradoja llegó la salvaje masacre de La Ramblas. Un joven disfrazado de guerrillero y con acento andaluz, nos recordaba al día siguiente los límites de su reivindicación nacional:  “recuperaremos Al Andalus”, un territorio en el que –por si alguien no lo sabe- incluyen por igual a todo lo que ahora se conoce como España.
Que Alá nos proteja.
   

           

2 comentarios:

Juli Gan dijo...

Sigo oyendo partes de guerra. Si Zapatero era torpe, Rajoy no te cuento. Ese esperar a ver si se arregla solo ha traído esto, por negarse a conversar con los dolidos catalanes, y, sí, quién más ha hecho por la independencia de Catalunya ha sido el propio Rajoy. A mucha gente que vive en Catalunya se la trae al pairo la política, pero, ante las amenazas constantes y los agravios, sin ser independentistas, piensan votar, como tus amigos de Nou Barris. Lo único que esos politicastros-empresarios de esa coalición que era CiU, que aunaba liberales y democristianos, era recibir más partidas económicas de hacienda, porque en ese reparto de "lo que es de todos", Catalunya paga por siete millones de habitantes, pero cobra por cinco. El gobierno central, claro, dijo no en su ceguera total, lo cual se desencadenó en varios "hor dago" (Lo pondremos en su idioma original), aprovechado por los verdaderos independentistas, que se convirtieron en matrimonio de los liberales ante el divorcio con los democristianos, que no tenían intención de sumarse al "Catexit", y ahí andan, perdidos como un partido de cuarta, Unió Democràtica de Catalunya, en su descenso postrero. Estamos en que todos sacan músculo, amenazándose. Pero no pasará nada, aunque haya referéndum. Prepararé palomitas para el próximo capítulo.

nineuk dijo...

Como catalana de adopcion ;-) valoro tu predicción. Y seguramente es cierto, no pasará nada. Nada al menos que nos deba de preocupar por encima de la amenaza yihadista (que amenaza sobre todo a los pringaos que pasean por la calle) esas otras con las que nos vamos acostumbrando a convivir (economia, paro, calentamiento, racismo...) El alarmismo de las portadas en la mayoría de los periódicos no me augura, sin embargo, demasiada tranquilidad. La historia de España está repleta de "zapatazos" y cuando es necesario no suelen temblar los pulsos. La cuestión es ¿Y después qué? Sin violencia todo es posible (risas enlatadas)