miércoles, 3 de marzo de 2021

PASTILLA ROJA

 

Julia Ebner

Mientras lees este artículo, en cientos de foros de internet a lo largo del planeta, nuevos soldados van ingresando en los diversos ejércitos de clarividentes. Hasta ahora eran gente normal y corriente que creía en los derechos humanos, la división de poderes, las libertades y todas esas “monsergas que nos venden desde las llamadas democracias”

                                                                 Pero ahora ya no. Ellos han elegido la “pastilla roja” y de pronto, esa realidad que se les ocultaba ha aparecido clara y diáfana ante sus ojos. Su vida ahora tiene sentido. La pastilla roja, y su opuesta, la pastilla azul son símbolos recogidos de la película “The Matrix” que se usan a menudo en ese tipo de chats extremistas. Representan la elección entre la incómoda verdad o la plácida ignorancia.  Una vez elegida la roja, se produce un “despertar” y la vida “cobra sentido”.                                                                                                                                                                                En unos casos ese sentido será trabajar en pro de una sociedad donde no haya mezcla de razas, en otros denunciar la trama oculta que los judíos, los LGTB. las feministas o los “Illuminati” llevan a cabo para dominar a la humanidad. Muchas veces todo esto se quedará en la pura teoría, un entretenimiento más o menos inocente. Pero en otros casos no. Detrás de muchas acciones violentas del ISIS o de sucesos como el asalto al Capitolio se han descubierto intensas campañas de captación y reclutamiento que suelen comenzar en las redes sociales más populares. Es la conclusión a la que ha llegado la periodista de investigación austriaca Julia Ebner. Nacida en Viena, esta investigadora especializada en terrorismo y extremismo acaba de publicar el libro” La Vida Secreta de los Extremistas”, donde nos relata con todo lujo de detalles su experiencia como infiltrada en varias de las organizaciones extremistas más peligrosas del planeta.  

Sus conclusiones no pueden ser más rotundas: “Hoy en día no hay usuario de internet que está a salvo de las campañas de radicalización ni proceso electoral que sea inmune la injerencia extranjera. Un escolar estadounidense que juega al Fornite en su habitación puede convertirse, sin saberlo, en un agente para la propaganda rusa; un adolescente malayo puede ser reclutado como corresponsal regional por el ISIS en Irak y un usuario de Facebook que comenta un artículo en Alemania puede ser objeto de una tormenta de troles a gran escala”.  En otro interesante trabajo: “El Pueblo contra la Democracia”, el estadounidense YaschaMounk, , demuestra que las personas que viven en las democracias occidentales se muestran cada vez mas suspicaces con sus representantes políticos y sus instituciones. El estancamiento de sus niveles de vida y el miedo a una sociedad multiétnica están haciendo que la fe en las democracias occidentales se desvanezca día a día.                                              

 Yo estoy entre los que crecieron envidiando aquellos sistemas democráticos europeos que parecían emanar libertad y eran respetados por todo el mundo. Había una frase que se repetía a menudo en boca de políticos de diversos orígenes ideológicos: “la democracia es el menos malo de los regímenes conocidos”.  Esto parece estar cambiando. Ahora no es extraño escuchar a jóvenes -y no tan jóvenes- desdeñar “el régimen del 78” o decir abiertamente -como en una obra de teatro que vi recientemente- que vivimos en una dictadura. Y sí, está claro que vivimos en una democracia muy mejorable. Pero creo que no deberíamos olvidar tampoco aquella otra frase: la única forma de fortalecer un sistema democrático, es con más democracia.

  

 

   


No hay comentarios: