miércoles, 23 de junio de 2021

PÁJAROS EN LA CABEZA


La cita era en la Ekoetxea de Irún, situada en el parque natural de Plaiaundi, en la bahía de Txingudi. Era el día mundial del medio ambiente. Días antes, Ramón Elósegui, veterano miembro de “SEO Birdlife” y colaborador de nuestro programa de radio durante años nos hizo la propuesta: “tenéis que ir al parque ornitológico de Plaiaundi, es un lugar excepcional, el 60% de las aves que vuelan sobre la península recalan ahí y las autoridades no acaban de comprender su importancia. Hay varios proyectos que amenazan la zona y pueden causar un grave perjuicio a muchas especies”. Ramón es un hombre muy respetado en la organización conservacionista, lleva décadas observando, grabando, fotografiando y catalogando las aves que surcan nuestros cielos.                                                                                                                        

Así que allí me fui, con mi mochila cargada de transmisores, micrófonos y auriculares. Como llegué con tiempo decidí dar un paseo de reconocimiento: un camino de graba bordeado por una valla de madera te introduce por un espacio boscoso que rodea un campo de rugby.  A lo largo del recorrido hay varios puestos para el avistamiento de aves, buena parte de ellos están situados en la zona que linda con la desembocadura del Bidasoa: la bahía de Txingudi. Eran las 9:30 de la mañana y ya podían verse numerosos aficionados provistos de prismáticos y cámaras de fotos. También se veían trípodes y cuadernos de notas. Por alguna razón, quizás por verme cargado con la mochila, o por la habitual confusión que causa la dichosa mascarilla, varios de los hombres que se cruzaron en mi camino se dirigieron a mí como si me conocieran de toda la vida. “Acabo de ver un estornino rosado en la zona de las cabañas” me dijo uno entusiasmado. Otro me enseñó varias fotos con sus últimos logros en la captación de especies extrañas. Yo ya he oído hablar de los observadores de pájaros de Gran Bretaña, una tribu abundante y muy curiosa que aparece a menudo en la literatura y en el cine. Pero nunca había tenido la ocasión de hablar con tantos elementos autónomos de esta curiosa práctica. Al poco llegaron mis interlocutores Xabier Garate y Txema Cabrita de SEO-Donostia dos entusiastas discípulos de Ramon Elósegui, al que veneran como auténtico maestro del conservacionismo vasco, un hombre respetado como pocos en el mundo de la ornitología. Desde la organización quieren llamar la atención sobre algunos proyectos urbanísticos que pueden afectar negativamente al parque y quieren también que ese estadio con su pista de atletismo se traslade a otro lugar. En realidad, ese traslado ya se aprobó en un acuerdo entre instituciones a mediados de los años noventa, pero según dicen “siempre hay alguna excusa para llevarlo a cabo; ahora es la pandemia”. Está claro que no hay ninguna voluntad real”. Tras la conexión y las entrevistas tuve ocasión de pasar un buen rato con estos hombres (todos eran hombres en ese día) que me señalaban constantemente diferentes especies, me daban mil detalles sobre ellas y me invitaban a contemplarlas con sus binoculares. Aquella pasión tan blanca, tan poco materialista, me despertó una inmensa ternura. Allí no había competitividad, ni adrenalina, ni violencia, solo curiosidad y amor por esa enigmática especie que nos precede en muchos millones de años sobre la tierra.              

           

           


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