LIBROS

jueves, 16 de mayo de 2013

Bangkok



Manolo comprendió aterrado su irónico destino. Las punzadas en el pecho comenzaron justo cuando sobrevolaba los mares del sur, su insistente símbolo de plenitud vital soñada e irrealizable. Rodeado de aquellos orientales con bata blanca que chillaban a su alrededor concluyó, con gran dolor de corazón, que ni él mismo habría escrito un final tan jodidamente bueno.

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