sábado, 21 de noviembre de 2009

ESKERRIK ASKO LEO


Ayer fue día de reencuentros: Me reencontré con Santurtzi, por donde siempre paso, últimamente, sin pisar apenas la calle. Me reencontré con la semana de teatro, un clásico con muchísima tradición, culpable en buena medida de la cantidad de buenos actores que han ido saliendo de la localidad (Anabel Alonso, Javier Antón, Itziar Lazkano, Charli Urbina...)y me reencontré con Leo Basi. Dios, que pasada. Ya, ya sé que hay muchos, demasiados, que no comparten mi devoción. De hecho sus apariciones televisivas fueron tan cutres que él mismo se ganó cierta fama de fantasma. Es evidente que dominar el escenario no te garantiza dominar el plató.
Hace ya algunos años acudí a uno de sus "shows" en Basauri (insistentemente convencido por mi amigo Bruno)y salí entregado a sus pies. Era entonces un monólogo super vitamínico (adobado con la música de Metállica a todo trapo) contra los pijos y la pijería en general que derivaba en una suerte de tensión dialéctica con el espectador que no todo el mundo admitía bien (la chica que se sentaba a mi lado se largó sin contemplaciones a las primeras de cambio). Tras mantenernos a todos con la respiración entrecortada el maldito sorteo al que nos sometía terminó con una muchacha, elegida al azar entre el público destrozando una vajilla como una posesa.
Ayer Santurtzi recibió a Basi con un llenazo espectacular y todo el mundo acabó encantado. No os destripo la obra porque merece la pena verla sin prejuicios, solo os diré que la primera parte es una mofa contundente (en clave gamberra) sobre la crisis financiera y la segunda, es un romántico homenaje al circo de sus abuelos. Aunque parecen dos mundos totalmente opuestos, el cabrón mantiene la tensión dramática durante más de dos horas sin ápice de bajón. El espectáculo se hace corto, dolorosamente corto. Un puto crack. Si puedes no te lo pierdas.

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