Se retira Benito, el bardo de Orio, el autor de ‘Erribehera’, de ‘Baldorba’, de ‘Udazken Koloretan’, el que nos hizo soñar con una Zuberoa de cuento. Se retira sin hacer ruido, sin anunciar gira ni concierto gigante de despedida. Un anuncio en rueda de prensa y un disco recopilatorio. Agur. Una vez más, Benito Lertxundi deja su impronta en lo que hace y marca distancias. Siempre supo capear temporales y escaparse de las etiquetas, a las que tanta afición tenemos por aquí.
Estaba ahí en los sesenta, en aquellos concursos que le permitieron grabar sus primeros EPs, discos de cuatro canciones donde ya se despegaba del pelotón: ‘Ez Kanta Beltza’, ‘Loretxoa’, ‘Egia’… Temas de lírica casi adolescente, que mostraban ya en su absoluta desnudez de guitarra y voz unas dotes especiales para hacer llegar sus pasiones a través de la música. Llegaron en los setenta sus grandes trabajos, los que más han penetrado en el corazón de la gente. Benito sonaba con su fantástico disco amarillo, aquel que incluía ‘Maria Solt eta Kastero’ y ‘Jaun Baruak’ en el tocata de maleta de mi casa, combinado sin problemas con Lou Reed o los Stones.
Fue después banda sonora de mis penurias militares con el nostálgico ‘Nere Herriko Neskatxa Maite’ y me hizo disfrutar como nunca con aquel doble soberbio: ‘Zuberoa, Askatasunaren Semeei’. Recuerdo perfectamente la primera vez que fuimos a verle, mi amigo Imanol y yo, al campo de fútbol de Fadura, allá por 1976. Entonces traducía algunos versos antes de cada canción. Cuando terminó su recital todos los presentes, incluidos los músicos, entonaron el ‘Gernikako Arbola’ y comprendimos, en ese mismo instante, que nos la teníamos que aprender sí o sí. Después he acudido a infinidad de recitales y siempre he admirado su empeño en seguir creando y en aparecer como un artista vivo y no solo como un recordador de ‘hits’.
Recientemente tuve la suerte de entrevistarle en Orio, cuando le concedieron la Medalla de Oro de Gipuzkoa. «No hay privilegio mayor que dedicar una vida a crear alimento para el corazón», me decía. También me dijo algo premonitorio: «No he aprendido a cantar, sigo aprendiendo y el día que no piense así, me retiraré». Se retira Benito. Lo hace como lo hizo todo, huyendo de la distorsión, del escándalo, de los megáfonos. Se va a su modo, pero que nadie lo dude, esos temazos van a seguir ahí por mucho tiempo. Ondo segi Lertxundi Jauna.