Era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio. Tenia el hombre un poco de mal genio y ella se quejaba de que nunca fue tierno. Desde hace ya más de tres años recibe cartas de un extraño, cartas llenas de poesía que le han devuelto la alegría.
El final de la historia abrió los escabrosos informativos nocturnos de todas las cadenas.
Los finales felices no abundan en la vida real.
Si no, que se lo pregunten a Cecilia.
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