Ella le confesó su amor. Le dijo que veía su rostro allá donde miraba, que
incluso se había masturbado a menudo pensando en él.
El se sintió turbado y meditó sobre lo que había escuchado durante unos
minutos con vocación de horas.
Después tomó aire y con tono profesional le recitó:
“Quince padrenuestros y dos avemarías.”
5 comentarios:
!!!
!!!
!!!
E
T
N
A
N
O
J
O
C
A....un poco mas y te sales, broder.
Mabrumas Gabriel.Moitas garcias
Y si la aludida es la Jolie, por ejemplo. El martirio de este hombre es casi peor, que el de su jefe. Muy bueno, crak
No quiero hacer sangre, pero igual los remilgos con la "Jolie" de turno no fueran tales con un joven efebo...por ejemplo... pero eso es otro cuento...;-)
El más que turbado igual se sintió "más-turbado" Jaaaaaaajajaja. Cuando fui al Vaticano de joven no hacía más que girar la cabeza, suspirar y decir "qué pena, un chico tan guapo y con ropa talar...." :P
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