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lunes, 5 de mayo de 2014

EL GUATEQUE DEL MUGA




Con "Penadas por la Ley"
Una tarde-noche para los encuentros en la tercera (o cuarta) fase. Viejos camaradas de escenario y calle. Recuerdos remotos de Gaueko, Garage y Gaztetxe. Menu de canapés y vinos servidos con generosidad. Juan Carlos Bilbao con chaqueta de Maestro de ceremonias. Menu/degustación de grupos a cuatro-cinco temas por banda. Algunos me pillan dentro, otros fuera. Demasiados saludos y demasiado intensos como para controlar horarios. Me lían para presentar, trato de dar la talla y el camerino se convierte en otro foco de reencuentros. Noche de vino y rosas, otra vez.  Veo a Porco Bravo en su salsa (antes los había visto en un estudio de radio) y descubro a unas bestias de escena de tomo y lomo. Muy convencidos/convincentes. También disfruto con  Penadas por la Ley y con los siempre explosivos Distorsión. Gari ofrece un acústico bien pensado. Toca dos para enseñarnos lo que hace y otras dos para recordarnos lo que más se recuerda.  Me pierdo a otras bandas en la vorágine, hay mas días que longanizas, supongo, pero no muchos como este. En la txampa final Juan Carlos suelta también su espich: hay que homenajear a la generación Muskaria. Observo que algunos presentes no saben a qué se refiere. De pronto se arranca con un momento apologético portugalujo coronado con el himno de “San Noe”  y varios “compatriotas” entre el público le acompañan  con entusiasmo. Una selección de músicos de la zona corona con brillantez el acto. Es domingo , las calles vacías duermen su habitual depresión. Mañana serán 30 años y un día.   

jueves, 25 de abril de 2013

"SONIDOS DE GARAJE"


Interior del "Gaueko".Foto: Gotzon Monasterio
En un rincón del Casco Viejo, junto al eterno MUGA, que servía como inmejorable preámbulo y decorado como si de un inmenso WC se tratara estaba el legendario GAUEKO.

Nadie sabe como lograban el milagro, pero aquel local pequeño y un tanto laberíntico, los jueves y viernes, se convertía en Sala de Conciertos. Un auténtico desafío a la física. ¿Dónde podíamos meternos todos los que íbamos? ¿Cómo podíamos bailar, desplazarnos a la barra o fumar en aquella mini sala repleta hasta la bandera?

Bien cierto es el dicho tantas veces citado de la era hippie: “Si te acuerdas de algo es que no lo viviste”. Yo siempre traté con sumo respeto con los agentes anestésicos y quizás gracias a ello conservo suficientes fogonazos en la memoria como para escribir sobre ello.

Cierro pues los ojos y veo a Josune, de los Tijuana in Blue aporreando bidones con unas mazas como si le fuera la vida en ello. Veo a Mamen- Vulpess acompañando a los “Yo Soy Julio Cesar”, en uno de esos días en lo que no tenían su noche y Alfredo, el guitarra, trataba de afinar (sin afinador, por supuesto), llenando de distorsión la sala,  con cara de disgusto hasta que arrojó la guitarra al suelo, visiblemente enfadado con ella (y con la humanidad) . Por ahí aparecen también los primeros Kortatu de Power-Trio, haciendo saltar a la masa compacta con su revuelta frenopática y Los Desechables subiendo tanto la temperatura que caían literalmente gotitas de sudor del techo.

Conciertos clamorosos de bandas que no conocía y cuyo destino desconozco: Los Güitos de Burgos, por ejemplo, que hicieron un concierto inolvidable y se evaporaron – en lo que a mi respecta- para siempre.

Hasta en tres ocasiones recuerdo a la policía dentro, en alguna de aquellas jornadas en las que todo se mezclaba y todo se ponía patas arriba.

En aquellos correosos ochentas acompañaban al GAUEKO en su empeño por programar conciertos otras salas reconcentradas como el BOLO’S, del siempre inquieto Bolo, el GARAJE, más conocido como LA JAULA del barrio de  San Ignacio con muy diversas etapas en su largo recorrido y el heróico Gaztetxe del casco Viejo, que llegó a tener una programación regular que incluía a toda la fauna local de la época (incluida la banda del que escribe) más nombres como UK Subs, Nomads, Meteors, Angelic Upstarirs y un interminable etcétera.

Algún ángel de la guarda protegió a aquellas salas del desastre. Jamás ocurrió un accidente grave y millones de veces estuvo a punto. Cuando el ayuntamiento cerraba recientemente el Kafe Antzokia, aduciendo problemas para su evacuación, recordaba yo aquellas aglomeraciones humeantes, aquellas descargas eléctricas, aquellos escenarios repletos de entusiastas saltarines que hacían volar sus Doc Marteens entre focos y amplis. Nadie se ahogó aquella vez en la que un miembro de los UK Subs tuvo la brillante idea de “defenderse” de un presunto atacante (que solo él identificó como tal) con un spray anti-violaciones que cortó la respiración de todos los presentes a varios metros a la redonda (nunca pensé que fueran tan eficaces) , nadie se hirió de gravedad cuando se hundió el suelo de la discoteca ERNE de Oihartzun en plena actuación de los Bad Religion y parecía que el mundo se había abierto bajo los pies. Tampoco había nadie -milagrosamente- debajo de aquella torreta de bafles que se precipitó al vacío en aquella AEKampada de Urkiola. Por no hablar de tantos y tantos animosos “moshers” que se arrojaban desde el escenario confiando en la buena voluntad (y en la elasticidad) de la masa receptora.

Tengo que decir, en cambio, que apenas recuerdo escenas de violencia entre la gente. Alguna pelea puntual, prontamente resuelta y siempre abortada por la intervención de los presentes. Vi más mamporros y mucho más contundentes en mis escasas incursiones por el mundo discoteca que en toda mi larga carrera de espectador/espectado en conciertos locales porque ciertamente, no habré leído todos los libros que mi edad aconseja, ni habré asistido a las suficientes representaciones teatrales… pero conciertos, conciertitos y conciertazos… “pabernosmatao”.