
Repasando los regalos recibidos reparó en lo muy originales que habían sido sus seres queridos. “Las 1000 películas que debes ver antes de morir”. Sin llegar a la décima ya había identificado dos tostones infumables, de esos que nadie se atreve a contestar. “Los 1000 cuadros que debes ver antes de morir”... Dios Mío, demasiados museos y galerías en remotos confines... “Los 1000 discos que debes oír antes de morir”... ¿y si me muero y voy todavía por el 25?...Sumido en la desolación permaneció meditabundo en el fondo del sillón de orejas hasta que por fin, tomó una decisión: Cogió lápiz y papel y escribió sus diez mandamientos profanos, los diez planes inexcusables a realizar antes de morir. Repasó la lista con un brillo de malicia en la mirada y se puso manos a la obra con el primero. No es verdad lo que dicen. Los libros arden muy bien Aquellas tres mil obras maestras producían un agradable y efímero calorcito.
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