Era tarde, tardísimo. Llegaba amanecido ante la puerta de su casa tratando de ser sigiloso. Acertó a la primera con la llave y se dirigió sin respirar hasta el baño. Una vez sentado se relajó. Había sido una noche gloriosa. Una noche de rock & roll... ¿qué culpa tenía él de que le gustara tanto?. Todo lo demás había superado las mejores previsiones. Encuentros felices, néctares de la felicidad, bailes, risas y un camino de vuelta a tumba abierta por la autopista desierta. Cuando está a punto de cubrirse la última etapa ocurre lo más temido. Al abrir la puerta del baño se da de bruces con un rostro serio e inquisitivo. Esos ojos le están llamando gilipollas, irresponsable, impresentable, mentiroso. Y es que no hay mirada más elocuente que la de un hijo adolescente.
2 comentarios:
una pregunta trampa....¿quien abre la puerta?...mi padre o mi mujer?
jajajajajaja
** Valen **
Cualquiera de los dos, tras escuchar largos e infructuosos ruidos en la cerradura.
muac muac muac muaaac
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