jueves, 29 de enero de 2009
¿EL FIN DE LA INDUSTRIA MUSICAL?
Este artículo, me dicen, es de Diego Manrique. Me parece muy buena base para un debate necesario. De momento me limito a publicarlo. Si eres musical te va a interesar.
TAN LISTOS, TAN RENCOROSOS:
El ciberespacio está triturando las tiendas de discos: en pocos días, me entero del colapso de varios establecimientos de los que conservaba gratos recuerdos. En Londres, desaparece Sister Ray, que tenía el stock más ecléctico del Soho. Ninguna broma: en cinco años, las 1.500 tiendas independientes británicas han quedado reducidas a la cuarta parte. Resultado: hundimiento de distribuidoras indies como Pinnacle y asfixia para las disqueras modestas, que se plantean dejar de editar singles físicos, su gran baza en un país donde las listas de éxitos son una pasión nacional. Otros desastres. En Nueva York, anuncian para abril la clausura de la megatienda Virgin en Times Square, tan cómoda por sus horas y su situación. Y un amigo de Barcelona me avisa que la cadena Castelló ha presentado suspensión de pagos.
Intentando confirmar esa última noticia, entro en Internet. Efectivamente, estaba cantado: en un año, Castelló ha perdido el 25% de ventas. El futuro de sus 10 tiendas en Cataluña queda en manos de los acreedores, que pueden aceptar una fórmula de continuidad u optar por liquidar las existencias. Pero la búsqueda me lleva a foros donde se comenta la mala nueva y me quedo boquiabierto.
Se supone que Castelló es una institución barcelonesa: en activo desde 1933, hasta tiene la Medalla de Oro de la Ciudad. Dicen que marcó tendencia en la rehabilitación del Raval al reinventar Tallers como la calle de los discos. Sin embargo, en los foros ni siquiera hallas comprensión por la situación de sus 53 trabajadores; más bien, un deleite no disimulado. Existe una guerra abierta entre la industria discográfica y la gran masa que ha decidido que la música debe ser gratuita. Aunque entienda sus motivaciones, me asombran esos pirómanos que celebran todo lo que signifique dificultades para el negocio musical. Aparentemente, piensan que el cierre de Castelló supone noches de insomnio para Teddy Bautista y Alejandro Sanz.
Se declaran melómanos pero parecen creer que la música brota como las setas, sin necesidad de abono monetario. Para ellos, la industria es un dinosaurio que no supo adaptarse a las nuevas tecnologías y se merece todas sus desdichas: que sufra antes de evaporarse. Pueden ir de ácratas pero ejercen de justicieros del mercado libre, corifeos de la Escuela de Chicago.
Así que los foros se llenan de argumentos demagógicos, de gente harta de "artistas que llevan sus fortunas a paraísos fiscales". Algún listo sugiere que vendan discos de "grupos menos conocidos, de esos que no tienen 20 managers robando". También aparecen los sarcasmos: "Que pidan ayuda a la SGAE, que no sabe qué hacer con los millones del canon". En honor a la verdad, hay atisbos de mala conciencia: los que se escudan en que los dependientes de Castelló eran antipáticos y que tenían precios caros.
Para muchos, me temo que caro y antipático es todo lo que cueste por encima de un CD virgen y obligue a desplazarse: puede que nunca hayan entrado en una tienda de discos ni tengan intención de hacerlo. Se han acostumbrado a disfrutar de la música subvencionada.
Sí, sub-ven-cio-na-da por esa minoría que todavía adquiere discos y así mantiene el tembloroso tinglado de empresas que continúan produciendo música, importando, recopilando y promocionando música.
[Quién necesita a esos musiqueros, oigo teclear: no saben que, zas, todo llega mágicamente a la Red]
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9 comentarios:
Muy interesante, en efecto. La industria musical no toca a su fin. Cuándo se ha visto en el mundo capitalista que habiendo demanda desaparezca quien la satisfaga? El caso es que no existe una demanda, sino dos: la gente quiere música y los músicos quieren ser publicados, conocidos y actuar. Y además la demanda es mayor que nunca en ambos casos.
Hoy por hoy, a través de la red se puede satisfacer a ambos sectores de manera eficaz; desaparecen intermediarios y chupópteros y el que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo resuelve sus necesidades de manera instantánea, directa y económica. Hay aspectos del coleccionismo musical que se pierden, el objeto físico, el libreto, la carátula decorativa… eso ya había empezado a decaer con el CD y el que aficionado sigue teniendo de qué nutrirse, mirad si no la resurrección del formato vinilo. A través de algún método de descarga online con una pequeña inversión y dedicando algo de tiempo (seguro que menos del que lleva acercarse a la calle Tallers en busca de algo) se puede acceder a toda la información que el artista quiera publicar y a más, ya que en los foros se dan cita otras personas interesadas en los mismos artistas e intercambian información muy útil. Para mi, estas descargas son una alternativa cómoda, más económica e incluso ecológica, a la industria musical tal y como la conocemos, y si bien se pierde algo, la ganancia compensa con creces, lo que llevará a que no tarde en imponerse y en dar buena cuenta de la mayoría de las mastodónticas "majors". Y muchos no moveremos un dedo por evitarlo.
Hace años, yo aún estaba en EGB, se organizó una campaña masiva en radio y televisión para acabar con la piratería literaria. Las fotocopiadoras habían puesto de moda el fotocopiar libros, y eso estaba condenando a parte de la industria. Como siempre, quienes perdían eran los más pequeños, porque a los grandes siempre hay quien les compre.
La literatura, por desgracia, siempre ha sido considerada un arte más chic que la música... Y la gente se concienció.
Ahora, la mayoría de la sociedad cree lícito entrar en el supermercado gratuito de emule y llevarse todo sin pagar. Nunca he comprado en el top manta y el emule me lo eliminé hace años. Igual que no imagino una biblioteca de libros fotocopiados, no imagino una discografía de fotocopias y discos pintados a rotulador.
Me gusta hacerme con un disco y disfrutar las canciones y la obra en su globalidad. Colocarlos alfabéticamente, por artista, ccontar dónde los compré, cuál fue el primero, cuál el último...
Sí, debe de ser que soy gilipollas.
PD: Lo siento por los amigos de las tiendas que han tenido que cerrar, y por lo colegas que están empezando en el mundillo y a quienes nadie les financia su primer Cd.
La descarga de canciones permite la selección de las canciones por las que quieres pagar. En cierto modo es un regreso a la era del single, cuando sólo comprabas las canciones que te gustaban, sin que para poder escucharlas en casa te obligaran a comprar una hora de música que no te interesaba y a pagar mucho más dinero ("póngame 100g de este artista y cuarto de kg de aquel; no más, que se me echa a perder, que oigo mucho fuera de casa"). Creo que con este nuevo método además los distribuidores ganan más (en porcentaje sobre el pvp, a pesar de ser este inferior). Qué cambia? Que son otros los que hacen el negocio. El plástico, el papel, la gasolina… encarecen el producto. Hoy, gran parte de los gastos ocasionados por la distribución de música los soporta directamente el usuario en forma de cuota por la conexión. Pagar un dólar por canción es lo mismo que valía un single, con sus dos canciones, vinilo y portada impresa… Ahora pagas por poder activar una canción en u determinado reproductor… Ha cambiado, pero el negocio de la música sigue vivo. Tengo una amiga con un bar musical en un pueblo costero. Las tiendas de música allí ná de ná. Desde que tiene itunes/genius (y no quiero hacer publicidad, hay otros sistemas igual de funcionales) su mundo musical ha cambiado: en su bar suena lo que quiere, en cuestión de segundos desde que decide que le conviene. Frente a eso no hay barrera posible. En este asunto el dinero ni se crea ni se destruye, simplemente cambia de manos.
Empiezo con una declaración: nunca he comprado en el top-manta y he comprado muchos discos incluso el mismo 3 veces: vinilo, versión CD y versión CD-remasterizado y deluxe.
Sigo con una confesión: me he descargado discos de la red.
Termino con un ejemplo: algunos agricultores están hasta el gorro de que el precio de sus productos se encarece mientras a ellos los intermediarios les pagan lo mismo desde hace mucho tiempo. Solución que han tomado algunos: distribuir sus productos ellos mismos.
La música… esa sucesión de sonidos y silencios que provoca emociones y a veces despierta las ganas de bailar… Eso no va a desaparecer.
El ser humano primero hizo música y luego habló. Primero hizo música y después inventó el arco. No va a desaparecer porque un montón de parásitos dejen de hacer negocio.
¿Y si a los artistas les diera por abrir su casa a los fans, saldrían los furgoneteros y los propietarios de las salas a protestar porque se cargan la industria musical? La gente cuando pone la radio quiere oir música y qué les ofrece la industria de la música? Anuncios. Millones de anuncios de mierda que nadie quiere. Publicidad de basura que perfectamente podía no haber salido jamás de fábrica alguna. De cuántas emisoras y cadenas de tv son propietarias compañías discográficas como Sony, CBS y demás? Por cada disco vendido, cuál es el porcentaje que suele percibir un artista medio (no superventas), el 5%? Así que "la industria musical" es el restante 95%!! pues no está mal que vaya adelgazando un poco. Un régimen severo de ajo y agua pondrá unos cuantos michelines en su sitio… o no, pero lo cierto es que no me dan ninguna pena, como a los cabrones de los foros esos.
Y en cuanto a D.A. Manrique, entiendo que él vive de eso, de promocionar a Karonte y otros, que de los 100.000 discos que pueda tener se ha comprado cuatro, para eso es él quien es. Y que tiene razón, que ver unas estanterías bien surtidas de discos es un festín! Yo no creo que eso deje de existir, pero si como él dice en el Reino Unido había 150.000 tiendas independientes, puede que al final queden 1.000 o menos. Y qué. Tendrá que quedar un número en relación al número de aficionados que tenga ese tipo de actividad.
Me hace venir a la cabeza los tiempos de la reconversión industrial. Todo cambia. Pero no forzosamente a peor.
Ya me callo, gracias por aguantar mi rollo.
Un buen artículo si señó, pero no me acaba de convencer del todo porque pasa por algunos de los elmentos más importantes del problema de puntillas para echar la culpa a una masa aborregada que quiere desplumar a los pobres músicos y sus burócratas, que algo tienen que hacer para llevarse el pan a la boca. Luego me confunde cuando nos trata como paladines del libre mercado y nos compara con ejecutivos regodeándose con el despido de los empleados. En esta crisis algo tiene que ver la SGAE con su política de rapiña, que está bien asociarse para defender los derechos de todo trabajador, pero de ahí al emporio y luego al monopolio hay varios pasos, de los que seguro Manrique tiene suficientes datos que no presenta. Olvida también la labor de los gobiernos de turno permitiendo esos abusos. No sé si me salgo de tono pero se puede imaginar a la CNT recuperando todo su patrimonio y con unas ventajas sobre el resto de los sindicatos que la lleven a tener el control absoluto sobre el derecho de huelga y las relaciones laborales, quizá algo se desestabilizaría, no?
Por otro lado cultura y negocio no tienen porque ir de la mano, en este caso mi cultura musical ha aumentado considerablemente desde que comparto música en la red. Además el negocio de la música no está tan deprimido, cada vez hay más bandas y más conciertos, incluso algunos se permiten pasadas monumentales en el precio de las entradas. En fin, creo que el mercado se adaptará sin afectar a lo esencial de la música; despertar sensaciones y transmitir mensajes.
Muy gratamente impresionado por el nivel de las respuestas. Gracias sinceras a todos. En el fondo, en el artículo de Manrique, al que no le falta parte de razón, se respira mucha nostalgia de un tiempo que agoniza. El fetichismo del objeto-disco tuvo su cenit en los setenta, con aquellos magníficos y currados Lps de vinilo. Fue la propia industria la que lanzó el CD sin que aún hoy se vean tan claras las ventajas: ni ha mejorado el sonido (hay múltiples estudios que lo demuetran) ni es verdad que "no se rayan". Eso sí, son más manejables y se pueden escuchar en el coche. La putada (para ellos) es que son facilmente pirateables y los resultados, a diferencia de los correosos "cassetes" es óptimo. Respecto a grabar y difundir música, los nuevos grupos tienen más dificil grabar un disco a la vieja usanza pero está más accesible la autoproducción y la edición en "MySpace" etc. cada vez son más los casos de artistas que consiguen hacerse un hueco gracias a la promoción por estas vías. Por otro lado, las dicográficas acostumbran ahora a quedarse con la mayoría de los ingresos de los artistas en concepto de Derechos de Autor ¿es eso ético?. La pregunta me introduce de lleno en otra cuestión de fondo: Lo "ético" y lo "legal". ¿De verdad aguien me puede decir sin avergozarse que no debo de comprar un disco pirata porque perjudica a la industria? ¿Es que antes no había discos "piratas"? ¿Eran aquellos mas "éticos" porque no suponían un peligro para la industria? . Dicho de otro modo: Si la sociedad decide que la ley debe perseguir la piratería... (algo entendible) que la ley actue bien y la impida (yo no conozco Top-Manta en ningún otro país) pero que no me llamen a mí txorizo quienes han estado vendiendo los discos con un margen de beneficio muy superior al razonable durante décadas. Ya solo falta que nos digan como en el cine: Si ves a aqlguien comprando un CD pirata o en el Peer to Peer, no dudes en denunciarlo. ¿Compraríais las patatas si las podríais tener gratis?
la industria musical se la ha cargado la propia industria musical, c'est la vie. Es lamentable, pero desde la llegada del cd no han hecho sino dar pasos hacia el agujero. En cuanto a las humildes distribuidoras deberían haber montado cybers para bajarse las canciones y vender carátulas, letras, firmas, pipas, canutos o qué se yo, renovarse o morir que la culpa de todo no es de yoko ono. En cualquier caso es lógico distinguir entre la pollada frita y demás basura y las tiendas clásicas de discos, lógicamente, porque los primeros mejor si se perdieran en algún confín lejano y de los segundos sólo decir ¡qué placer perder horas y horas volteando discos entre oscuras estanterías!
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