Ayer estuve viendo INVICTUS y me entretuve un buen rato. Es una de esas películas que casi has visto ya con el trailer. Las dos horas de duración no se justifican con una trama que de mucho de sí sino más bien con excesivas y longevas escenas de rugby que no me parecieron muy bien contadas. Lo mejor está sin duda en el perfil del protagonista. Un hombre con altura de miras que tras comerse 30 años de cárcel se convierte en presidente electo en el país del apartheid y apuesta por la reconciliación y no por la venganza. Ya han pasado unos cuantos años y la República Sudafricana apenas es noticia. Es pertinente recordar que pocos analistas veían entonces evitable una guerra civil que parecía cantada. Mandela (al igual, salvando las distancias, que Adolfo Suarez) tomó decisiones impopulares entre su propia gente pero inteligentes cara a un futuro respirable. En la película se visualizan en dos curiosos momentos: cuando Mandela se dirige a los funcionarios blancos que daban por seguro su relevo (lo hace entre cajas de embalaje) y cuando tiene que convencer a la asamblea de su propio partido de la necesidad de mantener los símbolos (con connotaciones racistas para la comunidad negra) del equipo nacional de rugby. A Clint Eastwood le encantan los luchadores solitarios que él tan bien ha encarnado. Sales del cine con ganas de abrazar a Mandela.
2 comentarios:
yo la vi la semana pasada y estoy de acuerdo contigo.
un saludo
Yo la ví hace un mes y también estoy de acuerdo contigo, pero como me gusta el rugby, no sufrí en absoluto.
Lo que no entiendo es los dos Oscar más importantes a "en tierra hostil", que no tiene mensage de ningún tipo, y nada para Invictus que da una lección de respeto y civismo de talla gigante. Gora Clint!
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