sábado, 11 de febrero de 2012

HISTORIA DEL ROCK VASCO (EDOZEIN HERRIKO JAIXETAN)


Formar una banda de rock. Viajar a lugares remotos donde te conocen miles de seguidores, tener ligues fantásticos de una noche, ganar dinero fácil, ver mares de puños frente a ti, gargantas que acompañan tus estribillos. ¿Quién no ha soñado alguna vez con algo así?
Los AC/DC de la primera época lo reflejaban muy bien en aquel: “Rock & Roll Singer”:
“Algún día estaré en la cima/Quiero ser una estrella/Ver mi nombre escrito en luces/y una larga cola para verme/ llevar al demonio en la sangre/ diciéndome lo que tengo que hacer/ mientras yo soy todo oidos”
Curiosamente el propio Bon Scott cantaba en la misma época otro tema que podría considerarse su cara B: “It’s A Long Way To The Top If You Wanna Rock & Roll”:
“Me han robado/ Me han apedreado/ Me han zurrado/ Me han roto los huesos/ Me han tomado el pelo /me han estafado/ Os lo digo en serio amigos/ Es más duro de lo que parece”.
Josu Expósito. Foto Mariví Ibarrola
El libro “Historia del Rock Vasco” de Elena Lopez Aguirre, refleja muy bien todo esto. Te sumerges en su páginas y de pronto te encuentras con aquel músico que valía un huevo y no sabes muy bien qué fue de él. Grupos que tuvieron glorias efímeras, otros que vieron crecer su leyenda ya muertos. Fracasos que parecían éxitos, éxitos que parecian catástrofes. Sabido es que no siempre triunfa el talento (aunque es muy difícil hacerlo sin él) y que a veces un buen golpe de suerte puede marcar la diferencia.
Luego están las bandas y sus tragicomedias internas. Hay prototipos que se repiten mucho: El que quiere triunfar enseguida, el que siente más “in”, el que se obsesiona con la autenticidad, el que manda, el que quiere mandar, el que intriga, el que se lo cree a muerte y lo lleva hasta el final (como tan bien se refleja en "Quadrophenia", de Pete Townsend)
El libro también refleja el grado de mitificación que han alcanzado algunas de nuestras bandas ochentenas: grupos como RIP, Cicatriz ó Eskorbuto viven momentos de literatura y documentales. Lo de estos últimos, que me tocaron bien de cerca, es pasmoso: están en los lemas de los “indignados”, en las camisetas de los artistas de moda, en decenas de versiones y en movidas tan chuscas como la instalación esa de Santander, que duró unas pocas horas en pie (ver esta entrada)
Ya lo cantaban ellos: “El Punk Ha Muerto/ Viva el Punk vivo o muerto”  

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