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Andrew Holmes |
Ahora que Londres brilla en esplendores olímpicos y su conservador gobierno trata de convencer a dinerolandia sobre lo próspero y sostenible de todo lo construido, llega a mis manos esta novela ácida y cargada de maldad sobre la vida en los extrarradios de la capital "in" de Europa.
Me dejé seducir por las comparaciones que me vendían en el fajín: Martin Amis, Nick Hornby. Era un buen reclamo, aunque
Andrew Holmes me ha resultado bastante más inquietante que los dos anteriores.
Clarke Street 64 nos permite una visita guiada, no exenta de sobresaltos por ese otro Londres donde tu vecino acecha para levantarte hasta el microondas. Un lugar donde reina la picaresca, la corrupción policial, los reyezuelos del crimen semi-protegidos por la ley y legiones de jovenzuelos granujientos que sueñan con ser auténticos rastafaris.
Reconozco que por primera vez en mucho tiempo, tenía que coger fuerzas para reanudar la lectura. Los dos "perdedores" que protagonizan la trama están tan puteados que a veces hay que apartar la cara del libro para que no te salpique una hostia. Además el hilo argumental se basa en el secuestro de un niño, lo cual, resulta a menudo muy indigesto de leer.
Finalmente merece la pena llegar hasta el final. Sobre todo si eres, como yo, partidario de finales rotundos (a lo AC/DC) y no de menifluos "fade outs".
3 comentarios:
Con las recomedaciones citadas de estos dos buenos escritores y, la tuya propia, me la apunto. Ya caerá. Un abrazo.
¡Que ruede, por todos los demonios!¡Que ruede de una vez!
Moitas graces a los dos, prometo hacer rodar el libraco. ¡Que rule la kurtura!
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