Control central de Radio Euskadi. |
En el
debate sobre lo que ha de haber o no en nuestras pantallas hogareñas, me llama la
atención lo poco que se cuestionan las televisiones privadas. A menudo se diría
que nadie se acuerda de que sus frecuencias son concesiones del gobierno y que
también han de someterse a la ley y al control de la ciudadanía. Ningún
político se atreve a proponer el cierre de la MTV por exhibir constantemente a
"chonis" y "canis" agarrando unas tajadas de infarto en las que se insultan con gran agresividad,
nadie parece incluir en sus programas que se cierren cadenas donde la línea
ideológica es todo menos plural, no he visto campañas serias que pidan el fin
definitivo de un programa en prime time sobre espiritismo y sin embargo la propuesta de cerrar tal o
cual cadena pública “por su uso partidista” es cada vez más escuchada, siempre por
parte de quienes en ese momento no la administran, claro.
Llegados ya al 30 aniversario de EITB se impone que de una vez
por todas y aprovechando el clima más sosegado que se vive entre nuestros
representantes, se sienten las bases para el funcionamiento de los próximos
años.
Acabamos de aprobar en referéndum el primer Estatuto de Redacción, que nos va a
permitir algún tipo de control sobre los futuros nombramientos, pero a estas
alturas cabe exigir aún más: No puede ser que el trabajo de las productoras de televisión
dependa en ningún modo del grado de sintonía política entre los dirigentes. No
puede ser que nadie trate de usar los medios como correa de transmisión del mensaje
político imperante, por muy mayoritario que sea. No podemos, poniendo un
ejemplo extensible a otros campos, cambiar hasta el mapa del tiempo, según
quien ha ganado las elecciones. EITB no puede ser un arma arrojadiza. La
próxima legislatura, sea cual sea el tenor del gobierno que tengamos, ha de ser la del
gran acuerdo sobre los medios públicos vascos.
El
periodista José Martí Gomez contaba en “Salvados”, que un prestigioso
periodista de la BBC se atrevió a decir a Margaret Tatcher, cuando esta
pretendía alargarse en exceso sobre una cuestión: “perdone usted, Señora
Tachtcher, en la entrevista mando yo” . El presentador, por supuesto siguió en
su puesto gozando de un gran respeto general. ¿Ocurriría lo mismo aquí? El día
en que comprendamos que actitudes como esa son muy necesarias para la salud de
la sociedad, comprenderemos la falta que hacen los medios públicos (cuando de
verdad lo son)
6 comentarios:
No tengo nada más que añadir a tu sincera entrada, ojalá todo fuese más interesante y menos dependiente.
¡hala bedi! Tu mera presencia (con Lucas de regalo) añade la primera sonrisa del día...thanks!
Eso es lo que tienen las cadenas públicas, que son el arma arrojadiza favorita de las corrientes opositoras contra la que gobierna, porque se "supone" que esta controla los contenidos de emisión.
Una tele de calidad sería recomendable, aunque tenga siempre las teles privadas alrededor que pujan con mucha pasta. Total, para que te saquen "mujeres, hombres y viceversa", "sálvame" y zarandajas por el estilo...
Ánimo y a seguir haciendo buena radio (Qué maravilla la radio on line) :)
¡Que maravilla Juli! Una oyente en Catalunya. menudo ambientazpo que teneis que tener ahora por allí... musu pilo (petons)
Bueno, bueno, cómo se nota que llega la Navidad y todo es buena voluntad. Veamos,como prolongación al ideario del parnaso de la televisión pública, a la sazón BBC, ¿Cómo sería su homóloga en nuestro parque de atracciones euskadilandia? ¿Un Jordi Solé con reportajes tipo Salvados con especiales sobre la administración paralela del Gobierno Vasco? ¿Otro monográfico para las Diputaciones? ¿Ana Pastor dándole caña a Urkullu, al "hijo de Lalo" o a Otegi? Y se me olvidada... creo que hay una hermana pobre en este asunto; el periodismo de investigación. No tengo ni remota idea dónde está ese departamento en la "casa de la bomba". La BBC sí lo tiene. La vida es así; no puedes morder la mano de quien te da de comer... Por eso no quieren funcionarios, quieren interinos y productoras. De nada.
Bueno, pues como inventario de intenciones (que podríamos, de momento mandar al Olentzero) no me parece un mal comienzo. Yo firmo.
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