El patito feo sentía que no era como los demás. Se operó del cuello para tenerlo más corto,
se recortó el pico y cambió su graznido para hacerlo más grave. También redujo
drásticamente sus plumas traseras.
Cuando el patito feo llegó al estanque de los cisnes ya no
era ni pato ni cisne. Y es así que, desde entonces, fue para siempre “El Patito Bobo”.
4 comentarios:
Es difícil luchar contra los clichés impuestos sobre la belleza. Es más fácil operarse para recibir la aceptación de la masa porque lo que no es operable es la autoestima.
Pero se puede mejorar Juli. La autoestima me refiero. Yo en un tiempo no tuve nada de ella y mira, no me gusta nada mi tripa en aumento ni que mi moza me llame gordito (cuando no es para tanto y Roberto puede confirmarlo).
De todas maneras, a mí este relato me ha traído a la mente, una cara horripilante cuya dueña gana millones por decir payasadas muy castizas y de mucho fuste ¿vale? Que alguien nos salve de tanto patito bobo millonario. Porque es que estaba viendo la cara de la Esteban. Qué horror de cara de plástico. ¿Pero eso qué es? O de la cara inexpresiva de Sara Montiel que por no querer envejecer se quedó con cara de momia bottox.
Aunque una cosa me queda en el tintero. El mundo farandulero ha dejado de tener patos y cisnes y se han quedado, demasiados, en la mitad. La silicona nunca fue tan codiciada. Saludos a los dos.
De la misma forma que el cuento original es aplicable a aspectos que van mas allá de la estética. Este también tiene esas pretensiones. A menudo en la vida hacemos el imbécil por ser aceptados en el grupo.
Poe mucho que lo que se está diciendo o haciendo en ese grupo parezca una imbecilidad. Pero claro, eso también es subjetivo y roza, si no la abraza, la alienación más absoluta, o la sensación de sentirse un extranjero absoluto en lo que se supone que es tu ambiente. Si no te adaptas y encima se te ocurre decir por qué, serás acusado sutilmente de sentirte superior, cuando no es eso, simplemente no te ves ahí. Y si te adaptas tienes la sensación de estar vendiéndote con tal de ofrecer el favor del adaptado. Y los que nunca quisieron adapatarse por estos argumentos terminaron mal.
Son situaciones puntuales en las que sí que piensas "ez zegok irtenbiderik", no hay salida, parecida a situaciones en las que querrías huír de ti mismo, tema también tocado en canciones "Ezin ihes nigandik", no puedo huír de mi mismo, que en ocasiones soy mi peor consejero.
Menos mal que estás situaciones no pasan todos los días. Los loqueros no darían abasto.
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