Imagen del 23-F |
Cuando lo leí por primera vez, pensé que
se trataba de una exageración. Comentaba Javier Cercas en un artículo de
prensa, que mucha gente está convencida de haber presenciado el 23-F en directo
por televisión. Recientemente se lo he vuelto a leer al Gran Wyoming, en su autobiografía “De rodillas Monzón” y es cuando me he animado a hacer yo mismo
el experimento con resultados sorprendentes. En dos grupos diferentes de
personas me he encontrado con defensores a ultranza de dicho testimonio. Los
hay incluso que se atreven a defenderlo con arriesgadas apuestas y me atrevo a
suponer, que más de un lector de estas líneas está pensando, con absoluta
convicción, que contempló aquellas imágenes en tiempo real, desde el televisor
de su casa o de un bar.
Se
trata de un hecho fácilmente demostrable. Aquella votación parlamentaria para
elegir a Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del gobierno no se estaba retransmitiendo en directo y así lo acredita una simple ojeada a la
programación televisiva de aquella fecha.
Lo
que a primera vista puede quedar como una simple anécdota, tiene sin embargo
una lectura más profunda: ¿Cuantos de nuestros supuestos recuerdos son en
realidad falsas reconstrucciones de lo realmente vivido?
En la historia
reciente, hemos conocido casos en los que se ha llegado a pedir enormes penas
de cárcel tras las acusaciones de delitos que no cometieron. Durante los
ochenta y parte de los noventa la prensa se hizo amplio eco del caso conocido
como ARS (Abuso Ritual Satánico). Hasta 360 niños declararon haber sufrido
terribles abusos y haber presenciado crímenes tras sesiones de hipnosis
dirigidas por el psiquiatra Lawrence Pazder. Al final no hubo ni una sola
condena. Se pudo demostrar que en esas sesiones lo que se hacía en realidad era
inducir recuerdos sobre algo que, en realidad, no se había producido.
La psicóloga
Elizabeth Loftus, de la Universidad de California dirigió un estudio muy elocuente al respecto: con la
ayuda de familiares, logró que el 29% de los que se sometieron al experimento
recordaran que se habían perdido en un centro comercial a la edad de 5 años. La última película de Amenabar “Regresión”
gira en torno a este tipo de experimentos.
Sabido es que la memoria suele traicionarnos, pero casos como el
del 23-F (animo a que lo practiquéis entre vuestros amigos) demuestran que no
siempre estamos dispuestos a admitirlo.
Y si la memoria individual funciona así, ¿Qué decir de la
memoria colectiva?. Willy Wilder comentaba en una entrevista que terminada la
segunda guerra mundial, se disparó el número de personas que aseguraban haber
escondido a judíos en sus casas.
“La historia la escriben los vencedores”, una cita de George
Orwell que hizo célebre mucho después Winston Churchill. Mucho antes Marco
Tulio Cicerón dijo aquello de “Quien ignora la historia está condenado a
repetirla”.
Ahora que no hay día en que la palabra “memoria” no aparezca en
los medios, creo que sería interesante tener en cuenta estas lecciones. La
memoria se puede tergiversar, amoldar a nuestros intereses políticos, inducir, contar
desde una sola óptica o adaptar al cine y la literatura con intenciones más o
menos artísticas. Todos, de hecho, podemos caer en ese síndrome 23F y situarnos
a nosotros mismos escondiendo judíos en la carbonera. Pero como canta Rubén
Blades: “Si no usas la cabeza, otro por ti la va a usar... prohibido olvidar”.
7 comentarios:
Demostración gráfica:
http://www.les-crises.fr/wp-content/uploads/2014/06/sondage-nation-contribue-defaite-nazis.jpg
Está claro que no somos robots y que reconstruimos nuestro pasado seguro que con grandes lagunas e invonsscientes invenciones porque queremos asegurarnos de que tenemos el pasado controlado. Pero creo, bueno, estoy seguro, que en algunos casos es totalmente inconsciente. En el mío aseguro que lo es. Presumo de tener buena memoria, escribí un libro apoyándome en ella (igual que en todas las autobiografías) pero seguro que muchas cosas no son como yo las recuerdo, aunque suelo estar seguro de que sí. No es falta de honestidad, es algo cuando menos extraño para mí, o la necesidad de tenerlo todo controlado.
Quizá no se quiere admitir que no podemos reconstruir muchas cosas que den explicación a lo que luego pasó, no nos lo toleramos inconscientemente y se inventa sin saber que nos estamos engañando.
Las encuestas aportadas por Anónimo son alucinantes. Sospecho que el poder de Hollywood tiene mucho que ver en semejante progresión. las bombas atómicas no tienen tampoco una gran película que las difunda con lo que van camino de convertirse en insignificantes. Cuando se habla del 11-S,el ataque contra el pentágono va perdiendo peso año tras años. Últimamente ni se cita.
Antxón. También es curiosa la tendencia a valorar que las obras literarias o de cine sean "reales". Yo mismo me sentí un tanto decepcionado cuando me dijiste que el capítulo de la televisión local era ficción. Y sin embargo, te leas arreglaste para enfocar el tema de forma que legos como yo se situaran ante la cuestión en base a un caso real como el tuyo... Otra paradoja. ;-)
Es curioso, yo también lo recuerdo, pero de otra manera.Tenía 7 años y a esa edad comos esponjas. Estaba viendo los dibujos animados en la tele cuando de repente nos colaron las noticias sacando a los picolos en el congreso. Tengo esa imagen metida dentro de mi cabeza. Otra cosa es que esté distorsionada por la de vueltas que se le dio a la situación. ¿Recordáis como en el juicio sumarísimo posterior, nos sacaban los retratos dibujados de los juzgados por las noticias?
La de Anónimo es una aportación que demuestra cómo se puede hacer revisionismo, sobre todo, si tenemos en cuenta la importancia propagandista de los "futuros vencedores": libros, películas, documentales...
Eso mismo decía Norman Finkelstein de "la industria del holocausto". Se pasó de ignorar a los deportados, y sólo los únicamente judíos, parece que otro tipo de gentes nunca pasó por ahí,para tener cada vez más fuerza, lo cual es imposible porque deportados supervivientes, por pura cuestión estadística, cada vez quedan menos, pero cada año surgen más damnificados de los KL. Finkelstein, hijo de supervivientes de Aushcwitz, por cierto, llama al Congreso Judío Mundial, que lleva el tema , y vive muy bien de él, extorsionadores. Lo que es capaz de hacer una buena campaña propagandística sobre toda la segunda guerra mundial, a la que llegó EEUU corriendo, a muy finales de 1941, cuando se dio cuenta de que si no se metía, la URSS le comía la tostada de Europa.
Y en el capítulo de olvidos significativos tenemos, en lugar preferente las dos bombas atómicas de Hirosima y Nagasaki. Cada aniversario el interés mediático es menor. De aquí a diez, veinte años parecerá una conspiranoia . Las armas de destrucción masiva siguen donde siempre.
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