Entre
las muchas revelaciones que nos está trayendo esta extraña situación que nos ha
tocado vivir, está el papel protagonista que han alcanzado los mensajes de whatsapp
en las vidas de muchos de nosotros.
Desde
luego podrían hacerse unos cuantos estudios sobre el comportamiento social
durante la pandemia, basándose en el tipo de mensajes que se envían.
Hablando
de mi experiencia puedo constatar varios hechos:
1- El
nivel de humor y cachondeo ha ido decreciendo día tras día a medida que se
alargaba el confinamiento. Es de justicia decir que, en su mejor momento, ha
habido memes muy buenos. Recuerdo con especial agrado aquel que decía: “Mexico
exige a los Estados Unidos que terminen el muro rápidamente” o la portada de la
supuesta revista “Policia de Balcón” con contenidos como “Fiscaliza el aplauso
de tus vecinos” (saca al confidente de la Stasi que llevas dentro) o “Descubre
tu lado totalitario”(abraza el stalinismo en dos semanas).
2- El
nivel de cabreo contra los políticos y de propuestas para amargarles la vida
aumentado de forma exponencial.
3- Los
memes se han convertido ahora en la perfecta plasmación de ese “minuto de
gloria” que previó Andy Warhol para
todos; abundan las piezas de humor casero y los, músicos que componen himnos buenistas
para que se viralicen. A veces lo hago, otras se me olvida.
4- El
cansancio ha hecho mella hasta en los más memeadictos y su número ha ido
descendiendo paulatinamente, desde que empezamos a barruntar que esto no va a
quedarse en “unos cuantos días en casa”.
Diría
también que los perfiles habituales de mis proveedores se han agudizado en
estos días. El aficionado a las cadenas sentimentales trata de batir el record
del mundo de corazones reenviados. El amigo alternativo no pierde ocasión de
invitarme a todas las campañas que imaginarse pueda y los habituales creyentes
de especulaciones conspiranoicas están ahora desatados; por mucho que les
responda con la demostración de que es un bulo, no importa, ellos siguen
empeñados en demostrar que esto es una estrategia china para matarnos a todos o
que los cervatillos saltan alegres por las playas de Urdaibai.
Las última tendencias, al menos en mi móvil,
son los videos con zumbados o con supuestos expertos, no siempre es fácil
distinguirlos.
La
multiplicación exponencial de mensajes ha traído otro problema añadido. Uno
suele controlar bien qué tipo de mensajes manda y a quién se los manda. La intensidad del flujo en estos días nos
trae un peligro evidente: mandar el chiste guarrete por error al grupo de
padres de la ikastola o el acta de tu reunión sindical a tu jefe. He sido
testigo de algunas metedura de pata antológica en estos días.
El
smartphone se ha convertido en un aliado imprescindible. Usamos el teléfono
para saber como están la familia y los amigos. Volvemos a las videollamadas
(cuidado con las pintas) y al Skipe, un tanto abandonados tras el entusiasmo
inicial. Todos esos flujos que ahora se
prohíben los hemos convertido en flujos de noticias, de chistes, de bobadas y
hasta de intercambios culturales. Y mientras tanto, el Gran Hermano nos geolocaliza
y nos usa para saber todos nuestros movimientos. “Es por nuestro bien” dicen
ellos “No tengo nada que ocultar” decimos nosotros.
Bienvenidos
a la era de las bocas tapadas.
2 comentarios:
Lo malo es que muchos van a pasar de hacer chistes a comprar a los grandes monstruos de la venta on line con solo hacer un puñetero click. Al final, menos chistes y más pedidos a las multinacionales. Qué fraude somos.
Todos (en algun monento) hacemos cuñadismo barato sí.Así nos va.
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