domingo, 16 de enero de 2011
PATRIA
Amaba tanto mi patria que mochila al hombro decidí recorrerla palmo a palmo para impregnarme de sus esencias. No fue sencillo. La mayor parte de las zonas rurales estaba acotada por alambradas y protegida por perros. Autopistas y carreteras tampoco son amables con el caminante y buena parte del terreno estaba también acotado por obras de muy diversa índole. Varios vigilantes de urbanizaciones me instaron a no merodear y tampoco pude franquear el paso a las zonas portuarias, carcelarias, fabriles, tecnológicas, militares, educativas, policiales, deportivas ni conventuales. Desalentado por la ridícula cantidad de terreno patrio que me quedaba libre, volví a casa, convencido de que esa, al final, era mi única patria… Pero me han expropiado, que dicen que por ahí tiene que pasar un tren.
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9 comentarios:
Un relato genial. Al final la patria verdadera va a estar en uno mismo y todo...
Gracias. Hasta uno mismo es, en buena medida, una patria embargada...
Mi patria en mis zapatos decían el Último de la fila.
A lo que alguien contestó "Tú eres zapatero ¿no?" ;-)
jejeje,y el otro le contesta no,no lo soy pardiez! yo solo soy quien espía los juegos de los niños -)
Coño, pero...¡si estas en mi bolsillo! (qué despiste)
Y Antonio Vega decía "mi hogar en cualquier sitio".
No sé, la patria es necesaria pero sin pasarse. Los salmones regresan al río que les vió nacer para acabar allí sus días. Los que abandonaron su pueblo, vuelven cuando se jubilan también.
Un caso curioso. El padre de Alaska, exiliado a México por la guerra civil, volvió a España en los 70. No sé sintió a gusto porque el país que recordaba había cambiado. Se separó de su mujer, mexicana, y regresó a la tierra de Zapata. Paradójicamente, la mujer, su suegra y una joven Alaska se quedarían en Madrid.
mi patria y mi guitarra las llevo en mi. una es fuerte y es fiel la otra un papel.(nuestro pequeño mundo)
lau izarrak.
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