martes, 25 de noviembre de 2014

DIAS DE PLOMO Y POLVO



Jul Bolinaga
La inesperada muerte de Jul Bolinaga, que se desplomó justo cuando interpretaba en directo, en el Gaztetxe de Bergara, el tema "Condenado" de los añorados RIP, donde él ejercía de guitar-killer, ha dejado a la legendaria banda de Mondragón con su hermano Txerra como único miembro vivo. Similar panorama encontramos en Eskorbuto -Paco el batería como único superviviente- y en Cicatriz -donde no queda nadie de la formación inicial- aunque no son los únicos. También en Zarama perdimos a Nekane, nuestra primera guitarrista, antes incluso de que llegara a grabar y son numerosas las bandas que cuentan con alguna baja en sus filas.

La muerte de Jul, como suele ocurrir, ha desatado los recuerdos, las actuaciones compartidas, las anécdotas mil veces relatadas que a veces se han ido exagerando de boca en boca hasta el esperpento.

En 1992, tras la muerte de Iosu Expósito, guitarra de Eskorbuto y compañero de mil batallas, pregunté a Jualma Suárez, bajista y compositor de la banda, qué les diría a los chavales que les idolatraban... Su respuesta me sorprendió: «Nosotros hemos sido muy callejeros en general y la calle conlleva todo eso ¿no? ¿Qué les diría yo a los chavales? Pues que no se metan en ese mundo ni hartos de opio, vamos, nunca mejor dicho (risas). Es una cosa que yo no se la aconsejo a nadie ¿no? Si se puede vivir bien, si se puede disfrutar jugando un partido de fútbol, mejor que meterse en el mundo ese... porque ¿quién cae en ese mundo? Pues los que han tenido una educación guarra, asquerosa... Pero hay que reconocer también que la época en la que los Rolling hacían el "Satisfaction" o Eric Clapton cantaba "Cocaine" consumían drogas ¿no? Y no se han vuelto a hacer canciones así...».

Faltaban pocos meses para su propia muerte pero, curiosamente, durante aquella entrevista en ningún momento manifestó el menor temor al respecto. Al contrario. Él hablaba de la mala suerte de Iosu como si hubiera contraído una enfermedad que a él no le afectara. De hecho, esos que «han recibido una educación guarra, asquerosa» eran citados en tercera persona y él, por supuesto, no se incluía en el lote.


Hay algo muy significativo en esa respuesta, algo que ilustra sobre cómo se vivió a menudo, en la década de los ochenta, la irrupción de tantas drogas desconocidas hasta entonces. El problema siempre lo tenían otros. Pocos años antes heroína, cocaína, anfetaminas... eran términos que aparecían en algunas películas, en los cómics de Robert Crumb, en la revista "STAR" o en las novelas de William Burroughs. La censura franquista se encargó con absurdo esmero en seccionar de los discos extranjeros editados en España aquellas canciones que hablaran del tema como "Sister Morphine" de los Rolling Stones o "Heroin" de Lou Reed, una forma como otra cualquiera de aumentar su morbo.

Prácticamente de un día para otro, pueblos y ciudades se llenaron de bares "enrollados" donde la música sonaba a todo trapo y reinaba la permisividad. Las pintadas apologéticas eran habituales en las paredes de sus WCs : "La droga mata lentamente. No importa, no tengo prisa".


Curiosamente, los primeros enganchados no fueron precisamente los marginados de los extrarradios. Chicos de familias bien, con ganas de nuevas emociones, fueron a menudo los primeros en emprender el viaje de las llamadas "drogas duras". Para muchos no hubo viaje de vuelta.

Terminada la fiebre militante de la Transición, los ochenta se afeitaron la barba, se quitaron el foulard y se vistieron de fiesta. Tras la victoria socialista en el 82, el lema parecía ser "El que no esté colocado que se coloque y al loro", aquella ocurrencia del alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván lanzada a las multitudes en plenas fiestas de la Villa y que nadie se atrevió a censurar entonces por miedo a parecer pacato o directamente facha.

En Euskadi la película tenía otro guion, que Montxo Armendariz plasmó con brillantez en "27 Horas" y Eloy de la Iglesia con estridencia en "El Pico". Aquí se mezclaron los años de plomo con la reconversión industrial y las ganas de fiesta se mezclaban con las ganas de bronca.

En algunos reportajes se intenta relacionar Rock Radikal Vasco y droga como caras de la misma moneda. Pero en eso Euskadi no fue distinta. El consumo creció exponencialmente en todas las comunidades por igual. La Movida madrileña, como es bien sabido, también se cobró abundantes víctimas.

También hay quien defiende que la irrupción no fue casual, que se distribuyó la droga de forma planificada desde las cloacas del poder para desactivar los impulsos revolucionarios de la juventud. Expertos como el catalán Juan Carlos Usó, que han investigado la cuestión con seriedad, dudan de que tales planes existieran. Otra cosa es que desde algunas comisarías se practicara el trapicheo, casi un clásico de la corrupción policial en medio mundo.

Siempre es más fácil atribuir las desgracias a planes ajenos. Yo desconfío de esas versiones demasiado paternalistas que eximen nuestros actos de cualquier responsabilidad. Si somos honestos habremos de reconocer que en aquellos años había muchas ganas de probar cosas nuevas, de hacer realidad los mitos que habíamos leído/escuchado y que nos estaban vetados. Había poca información, es cierto, pero la suficiente para saber que se jugaba con fuego, que se cortaba la droga con cualquier cosa, que enganchaba, que mataba...

También había, y de eso no se habla tanto, una cierta rivalidad ambiental por ver quién llegaba más lejos. En el puente entre las décadas de los setenta y ochenta rulábamos por el mismo bar miembros de varias bandas junto a otros parroquianos de diversas edades y ocupaciones. El bar enrollado nos permitía compartir espacios, conocer gente de otros barrios y pueblos con aficiones comunes y, sobre todo, alargarnos entre aquellas paredes sin necesidad de contar con abultados presupuestos. Nos reíamos entre aquellas humaredas y salían ideas de lo más descacharrantes. Gente que formaría Eskorbuto, Bahía de Cochinos, Zarama, Neurosis, Dinamita Pa Los Pollos, McGomez...otros que se dedicaban al arte, al trapicheo, a la militancia...

Curiosamente entonces nos quejábamos a menudo de las horas "perdidas" en ese agujero, pero ahora solemos recordarlo con cariño y cierta nostalgia. Pero la rápida irrupción de todas aquellas substancias hizo cambiar también las relaciones. Había quien quería probarlo todo y quien no se atrevía, quien se aficionaba a los tripis y quien se paraba en el canuto y las cañas. Se iban estableciendo sutiles jerarquías y nuevas alianzas en base a nuevos intereses... con el tiempo muchas amistades iban desapareciendo.

«Creéis que todo tiene un límite/ Así estáis todos limitados», cantaban los Eskorbuto. Lo hacían en plena luna de miel con el caballo, antes de que la salud empezara a pasar factura y sus familias empezaran a sufrir por ellos. Mucho antes de que tanto Iosu como Jualma, cuando ya era demasiado tarde, empezaran a aconsejar a los chavales que disfrutaran de la vida de otra manera.



 

2 comentarios:

nowanda dijo...

Buena crónica, Roberto. Veo mi propio reflejo en algunos párrafos, en el grupo de los que no se atrevían a dar el paso hacia lo más duro... el grupo de los cobardes?. Quizá.

nineuk dijo...

¿Cobardes?, ¿mas informados? ¿precavidos? vete a saber. Leño cantaba: "Si Controlas tu viaje serás feliz" Eskorbuto en cambio: "Creeis que todo tienen un límite, así estais todos limitados"... Un día Jualma me dijo (tras observarme un buen rato : "A mi no me gusta la vida tranquila Rober"...