De camino al trabajo solía encontrarme con todos aquellos
aquellos sin techo tirados entre los escombros.
La verdad es que fue una época
muy dura.
Los veías ahí peleándose por una caja de vino o tiritando al amanecer
entre cartones.
Por no hablar de las mujeres, siempre acosadas por manos
grasientas y sonrisas desdentadas... Ahora
la cosa ha mejorado sensiblemente.
Voy a trabajar dando un rodeo por otra calle.
2 comentarios:
Lo malo es que la población de sintechos está empezando a ser cuantiosa. El vino de brick es el mejor antitérmico del mundo y eso que decía Matías Prats: "tu banco y cada día el de más gente", por desgracia, va siendo realidad. Ya no hay un cajero sin cartones ni en el barrio más lejano.
Es cierto. Hace poco me sorprendió Madrid en ese aspecto. Pronto será imposible negar la evidencia, como el protagonista del relato.
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