Nick Hornby |
Tenía yo 36 años cuando cayó en mis manos “HighFidelity”. Lo recuerdo con exactitud porque el protagonista del libro cumple esa misma edad en un momento de la historia.
Nick Horby era exactamente el tipo de escritor que yo estaba necesitando. Alguien interesado en las relaciones entre las personas y muy especialmente en el siempre complicado mundo de la relación de pareja. Hornby además se mostraba su pasión por temas que también han ocupado muchas horas de mi vida: el futbol y la música. Si a ello añadimos una ternura nada babosa que lo impregna todo y un sentido del humor muy británico, el coktail –al menos para mí- resultaba irresistible.
Me temí lo peor cuando lei que High Fidelity iba a ser llevado al cine por Stephen Frears con John Cusack de protagonista. Lo que se desarrollaba inicialmente en Londres fue llevado a Chicago y al protagonista, de paso, le quitaron unos cuantos años de encima.
Pero la esencia sí se respetó. Los fans del libro pudimos reconocer a ese hombre desolado llamado Rob, al que la novia le dejaba por un vecino hippie y entraba en un periodo de revisión de su vida que le llevaba a citarse con todas sus ex.
Lo cierto es que la adaptación funcionó bastante bien, y el propio escritor le dio su bendición. Pude saberlo de primera mano cuando el propio Hornby me lo comentó durante una relajada comida en el marco del festival “Ja” de Bilbao, en una edición dedicada al underground, en la que tuve la suerte de coincidir con él (bueno, la suerte y el pressing sobre Juan Bas para que nos pusiera juntos durante la comida) . Recuerdo la crítica de una amiga cuando le pasé el libro. “Está muy bien para saber como funciona el enfermizo cerebro masculino”.
Ahora “High Fidelity” ha sido estrenado como serie en Filmaffinity, pero con un cambio radical; la protagonista es ahora mujer y negra y los revisados son –logicamente- ellos; sus “ex” masculinos. A raíz de este estreno he podido leer recientemente un artículo titulado “Alta fidelidad, 25 años después: contra la farsa misógina del melómano sensible” firmado por Carmen López. Según esta autora, desde el punto de vista de género la historia ha envejecido bastante mal y la única diversidad real casi se reduce a la banda sonora. Tampoco la nueva adaptación resulta de su agrado. Según su opinión: “cambiar el género del protagonista no ha aportado nada nuevo y ni siquiera tiene demasiado sentido. ¿Por qué se comporta exactamente igual que un hombre cuando es una mujer? No significa –añade- que ella no pueda ser egoísta, autocomplaciente, inmadura o mala persona, pero podría serlo a su propia manera y vivir su propia historia”. Efectivamente, el protagonista original podría –según quien lo juzgue- ser tachado, entre otras cosas de “autocomplaciente, inmaduro y mala persona” lo cual, creo yo, no es precisamente plantear una exaltación del comportamiento del principal personaje masculino. Y por otro lado ¿de verdad son esos defectos “intrínsecamente” masculinos? Estamos una vez más ante las preguntas eternas: ¿Debe tener la ficción siempre una misión ejemplarizante? ¿Describir y desarrollar comportamientos ilegales o poco ejemplares supone estar haciendo promoción de los mismos? Poner negro sobre blanco o en una pantalla, por ejempo, a mujeres maltratadas –como en la serie de El Padrino- ¿es promocionar o devaluar el maltrato? ¿Es justificarlo? Tales supuestos ¿no suponen tratar al personal como menores de edad?
No se pierdan el próximo episodio.
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