A falta de otros alicientes, estos días de confinamiento vienen bien para ponernos al día en lecturas pendientes. Esos libros que se impacientaban en las estanterías van teniendo por fin su oportunidad. La biografía del gran bajista y líder de Motorhead, Lemmy Kilmister y el impresionante “El Colgajo” del francés Philippe Lancón han acompañado gratamente varias de estas largas horas. Aunque se trata de dos libros excelentes en claves muy diferentes, lo cierto es que también me ha ocurrido con ellos lo que me ocurre con muchos otros temas en estos días. Siendo libros recientes, parecen, sin embargo, escritos en épocas lejanas. Las aglomeraciones de masas entusiastas en festivales musicales que tan bien describe Lemmy no parece que vayan a repetirse próximamente. En cuanto al Estado Islámico y sus atentados terroristas en occidente como el de Charlie Hebdo, que vivió en primera persona Lancón, también parecen sucesos que han perdido cualquier atisbo de actualidad, aunque seguramente, solo sea un espejismo. Hace poco más de un mes solo algunas mujeres musulmanas llevaban el rostro tapado por la calle. Ahora somos muchos los que lo hacemos. Hace algunas semanas la final de copa entre el Athletic y la Real Sociedad animaba las charlas y los planes de numerosos aficionados al fútbol. Ahora la información deportiva es una lista triste y lacónica de eventos suspendidos que nadie sabe muy bien si llegarán siquiera a celebrarse. En la primera semana de marzo muchas de nuestras conversaciones giraban en torno a los planes de Semana Santa o a los fantásticos conciertos que se avecinaban. Ahora se duda seriamente de que haya fiestas en verano. Las certezas, si alguna vez las hubo, van desapareciendo de día en día en esta crisis que vivimos. Las noticias en torno a una posible vacuna no invitan al optimismo y en cambio van cobrando fuerza las hipótesis sobre un futuro escenario en el que nada sea ya como antes. La pregunta que ahora se repite en artículos, entrevistas y debates es ¿aprenderemos algo de esto? No faltan las respuestas bienintencionadas como la de Ricardo Darin a Jordi Evole: “Esto puede llegar a servir para ponerse en lugar de los demás, para entender quiénes somos, qué queremos, qué cosas queremos cambiar”.
En estos días son muchas las voces que hablan en parecidos términos pero nunca se llega a concretar demasiado. ¿A qué se refieren los que hablan de aprender? ¿A que no se vuelva a recortar en sanidad? ¿Qué los gobiernos del mundo comprendan que es imprescindible unir esfuerzos en pro de la supervivencia del género humano? ¿ Que repoblemos las zonas abandonadas y abandonemos las ciudades superpobladas? (según Eduard Snowden factor clave en la rápida transmisión) ¿Qué no comamos carne de según qué animales?. No faltan voces, como la del investigador mallorquín experto en pandemias Joan March que relacionan directamente e virus con la deforestación y el cambio climático que “provocan cambios en la biología de los animales”. Pero tampoco en esto parece que hay acuerdo general entre los científicos. Sabemos lo que era nuestra vida hace un mes. Pero no tenemos ni idea de cómo será el mes que viene. La pinta no es buena. En una ventana, frente a mi casa, el hijo de mis vecinos a dibujado un arco iris. Por encima puede leerse: “Todo va a salir bien bien” . A ver.
2 comentarios:
Pues sí, comparto contigo lo de que el futuro no pinta nada bien, y no sé si aprenderemos algo, pero mientras hay vida, en fin, no quiero ser ni malintencionado y bienintencionado pero escéptico es inevitable serlo.
Lo más irritante es la sensación de que se quieren hacer pasar por certezas lo que son especulaciones. Que no nos pase nada.
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