Es la guerra. Así lo han asegurado una y otra vez en los
comunicados oficiales usando frases del tipo “entre todos venceremos” o “ cada
uno en su trinchera” . Así lo evidencian las comparecencias oficiales donde hemos visto más uniformes
militares y divisas que batas blancas.
Pero esta guerra no tiene trincheras ni refugios antiaéreos,
ni armamento pesado, ni desfiles militares y el enemigo, para el común de los
mortales, es invisible. El ejército
regular se dedica a fumigar aeropuertos y la policía a perseguir sospechosos de
pasear barras de pan. Los héroes son ahora los sanitarios y los aplausos de las
ocho son una manera de mantener la moral de la tropa. Las sirenas y los
cánticos posteriores son los nuevos himnos marciales.
Como en toda guerra ordinaria, el departamento de propaganda
es fundamental. Su labor consiste en inyectar moral a las tropas, ridiculizar
al enemigo y evitar disidencias, quizá por eso le salió tan espontánea al
general Santiago su polémica frase: “minimizar el clima contrario a la gestión del
Gobierno” , son esas cosas a nadie extrañarían
si se tratara de una guerra al uso. Pero ahora (dejando a un lado
teorías conspiranoicas) no nos ataca ningún país. Es como si nos atacaran los
extraterrestres, es una especie de guerra contra la humanidad y como decía el
expresidente uruguayo José Mujica “lo que ahora nos jugamos en nuestro
futuro como especie”.
Me encuentro con un amigo en la cola del pan, que da la
vuelta a la manzana. Yo voy con mascarilla y él lleva una de esas protecciones
acristaladas que le dan cierto aspecto futurista. Hace poco más de un mes
celebrábamos juntos en el bar la clasificación del Athletic para la final. Es
inevitable, vernos con esas pintas nos hace sentir gilipollas, como si fuera
absurdo lo que hacemos. “Lo que hacen
algunos para evitar la final vasca” (juas, juas, juas).
El enemigo tiene diferentes versiones, según el informativo
del que se trate. Unas veces es una bola como de gomaespuma, de color
rosa-chicle, con unos tentáculos muy largos. Otras aparece como una esfera
grisácea con matas aisladas de peluche
granate. La versión más fea nos lo pinta en blanco sobre negro, moviéndose en
grupo y con unas extremidades de aspecto vagamente arácnido. ¿Por qué el bicho
tiene un color y un aspecto diferente según el informativo del que se trate?
Otro misterio más.
Lo cierto es que esas bolas trompeteras no nos atacan desde
el espacio exterior. Pueden estar en el cepillo de dientes, en la ropa , en la
comida, en el libro que estás leyendo. Las únicas armas eficaces en esta guerra
son las medidas para evitar contagios y la investigación científica,
asuntos poco vistosos, poco rentables
electoralmente. “Reconstrucción es la
palabra que debe unirnos a todos” decía pomposo Pedro Sánchez el sábado. El
lenguaje bélico una vez más. Pero ¿De verdad podemos hablar ya en términos de
posguerra? .
3 comentarios:
No Roberto, no podemos hablar de posguerra en absoluto. Es esa otra de las especulaciones insensatas de las que hablas cuando nos las presentan como próximas a la certeza
Si hay algo realmente en crisis eso es la "certeza". Escasea mucho en estos días.Aunque pretendan aparentar otra cosa.
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