Un día me
desperté y al pasar por delante de aquel monumento lo vi inmensamente bello,
comprendí su mensaje de sólida fragilidad, la perfecta inperfección de sus
curvas, el coqueto juego entre sus formas y el modo en que el sol lo iluminaba
en la mañana, muy distinto al efecto que la luna había obrado en él.
Mantuve aquella
novedosa impresión en secreto. Guardada a cal y canto.
Nadie debía saber
lo que sentía.
Yo era el
presidente de la asociación que llevaba años clamando por su democición.
4 comentarios:
No pude evitar pensar: "Esto del arte tiene narices. Nos pone en serio peligro a la gente importante.
Ahora comprendo a los políticos que tienen que mentir cada dos por tres. No hay cosa peor que quedar como incoherente y a mí no me va a pasar. Pero es que, cómo decirlo, ese monumento me encanta ahora, vengo todos los días a verlo, y esta tarde misma tengo reunión con la Asociación; habrá qué seguir un poco el juego pero ya no me mostraré vehemente como en otras ocasiones. Quizá hasta consigo, quitando disimuladamente importancia a mis anteriores posiciones, que no acaben con la obra, sin decir casi ni pío y sin quedar de incoherente, eso nunca.
Después de todo, yo creo que el único que quería destruirlo era yo y ya se me han pasado los resquemores personales, por los que en gran parte, quería destruir lo que ahora observo como obra de arte mayúscula; después de todo, su creador es un cretino y siempre lo será, pero qué bien que lo hizo el capullo de él".
El motivo de la presente misiva es comunicarle que la reunión de esta tarde ha sido suspendida sine-die. Lamentamos profundamente su cambio de postura. BNo podemos evira pensar que semejante cambio se debe a razones mucho menos presentanbles que un simple "cambio de opinión". Ese antiestético monumento cuenta con el rechazo de la mayor parte de los vecinos. Consideramos, como bien sabe, que devalúa nuestro barrio y constituye un gasto tan inútil como injustificado. Claro que intereses políticos nada confesables (no lo dudamos) hacen que ese "artista" cuente con los favores de nuestros dirigentes mayoritarios, que quizás, han podido influir en su súbito cambio.
De que monumento hablaìs?
Uno imaginario.
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