Es una
pregunta que nunca jamás realizo como periodista y que me hacen a menudo como
entrevistado: ¿podrías contarme alguna anécdota divertida que recuerdes?
Indefectiblemente
el rostro de quien pregunta adopta entonces una expresión bobalicona, como si
supiera de antemano que algo muy divertido va a salir de mi boca.
En esos
casos se me ocurren varias respuestas, a cual más borde: “Pues no. Seguramente
hay unas cuantas que podrían resultar divertidas, pero así, a bote pronto no me vienen más que chorradas y prefiero no decir más chorradas que las
necesarias”. O bien: “Te voy a contar una anécdota muy divertida. Hubo
una vez, cierto periodista que me preguntó a ver si tenía alguna anécdota
divertida, le dije que no y se quedó con la boca abierta”...
Lo
cierto es que al final, hay que reconocerlo, la anécdota vende y a menudo,
permanece en el tiempo con más solidez que las sesudas reflexiones. Francisco
Umbral es recordado constantemente por aquello de “he venido a hablar de mi
libro”, Camilo José Cela es, para muchos, aquel que se tiró un pedo en el senado
(a quién le importa que lo desmintiera hasta la saciedad) , Fernando Arrabal es
aquel loco que apareció borracho en un debate de televisión y gritó “¡cojones
ya!” y Sanchez Dragó es el profeta del “orgasmo seco”, hasta el punto que ha
tenido que decir públicamente que “no volverá a hablar del tema”.
Las
tertulias entre amigos se alimentan de anécdotas y tal es el su poder que poco
importa al final lo que tengan de verdadero. Una buena anécdota –especialmente
si tiene buenas dosis de morbo- derrota
siempre a la verdad. Todo el mundo tiene un amigo de un amigo que escuchó la
famosa bobada del perrito goloso que tenía una fan de Ricky Martin y un primo
que vio salir de un portal a Carlos Iturgaiz con la novia de Miguel Ángel Blanco.
La era
de Internet, además de las fake news (que se alimentan de esta
necesidad compulsiva de anécdotas) nos ha traído la cultura del click. Miles de
publicaciones-web compiten en el mercado de la anécdota poniéndonos
constantemente cebos para que piquemos: “Esta cara se le quedó a Amaia Romero
cuando le dieron una noticia inesperada” , “ Letizia y la reina Sofia generan
polémica tras el video de su bronca”. “Escándalo tras las últimas declaraciones
de Keith Richards sobre la paternidad de Mick Jagger”. Nunca en la historia del
periodismo las palabras “polémica” y “escándalo” se han utilizado de forma tan
constante y con tan poco fundamento.
Recientemente
un periodista de un diario digital de cierto renombre me confesaba que estaba
harto de la obsesión por conseguir clicks y lo que esto suponía para el
ejercicio de la profesión. A tal punto hemos llegado en esta deriva
“anecdotista” que hasta los audio-guías de los monumentos históricos están
plagados de anécdotas. Visitando las murallas de Avila puede escuchar por los auriculares como una
supuesta Teresa de Ávila, con una vocecilla ridícula me contaba en
primera persona sus experiencias místicas.
¿lo
veis? Al final yo mismo he terminado por contar una anécdota. Si es que ...
1 comentario:
Si si hola hola bien.
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