Estuve aquí por primera vez en mi primer viaje sin padres. Txus y yo vinimos a ver a los Rolling Stones, en un tren expreso que tardó un día entero en hacer el recorrido. Estuvimos cerca de una semana alojados en el barrio del “Clot”, en el piso donde vivían entonces mi abuela y su hermana. El día del concierto, los “grises” a caballo rodearon desde la mañana la plaza de toros de Las Arenas. Por la tarde, cuando estábamos entrando en el recinto, tiraron un bote de humo -todavía no sé por qué- y durante algunos segundos, fui incapaz de respirar. Creí que allí mismo se acababa todo. Otro escándalo en la biografía de los Stones, como el festival de “Altamont”. Pero no. La densa niebla se disipó y pudimos gozar de la actuación. Nos sentíamos en el centro del mundo. En el lugar exacto en el que debíamos estar. Pero el espectáculo, no había hecho mas que empezar.
Cuando estuve aquí por primera vez, tras una larga caminata, nos sentamos en las sillas de madera de la plaza Catalunya. Aquel señor mal encarado se nos acercó cojeando para cobrar el “servicio”. Cobraban por sentarse...qué bueno. No, gracias.
Cuando estuve aquí por primera vez, apenas había gente en el parque Güell. Tan solo alguna criada, con cofia incluida, cuidando al bebé de sus amos.
Cuando estuve aquí por primera vez, no se veía tanto extranjero. Como cantaba Gato Pérez: “Hay gitanos y judíos / valencianos, portugueses/ andaluces, africanos / isleños y aragoneses / una Rambla rebosante/ de fecunda humanidad/ un oasis de tolerancia/ imposible de ocultar”.
Cuando estuve aquí por primera vez, en la sala Magic, tocaba Oriol Tramvia y en la Zeleste Paul Riva. Hippis barbudos se paseaban con discos de “Sisa” y la “Companyia Eléctrica Dharma”bajo el brazo. En la “Bodega Bohemia”, antiguas estrellas del “Cuplé” exhibían sus decadencia entre las chanzas de un público bien “perfumado”.
Cuando estuve aquí por primera vez Ocaña no era el nombre de un restaurante o el protagonista de una exposición. En aquel tiempo Ocaña hacía en las Ramblas sus “performances” . Pudimos ver a la policía disolviendo una a hostias y llevándose detenido al “alborotador”.
En aquellos días, en Las Ramblas, no había estatuas humanas, ni atentados yihadistas. Además de los puestos de flores y prensa , abundaban los músicos de calle y los tenderetes de partidos políticos, con los comunistas del PSUC como estrellas del momento. La reivindicación nacional más extendida era “Volem L'estatut”, visible en muchas camisetas.
Cuando estuve aquí por primera vez, Se veían muchos chalecos y greñas largas entre los chicos. Muchas chicas llevaban camisetas “sin suje”, al estilo de Carly Simon.
Cuando estuve aquí por primera vez, teníamos dieciséis años Txus y yo y no teníamos suficientes ojos ni orejas para absorber todo lo que nos rodeaba. Una vida larga y llena de emociones se abría ante nosotros; Barcelona era toda una promesa de libertad.
La vida me ha traído hasta aquí otra vez. En la soledad de esta habitación de hotel, tantos años después, constato de nuevo lo corta que es en realidad la vida. El paisaje de la calle ha cambiado por completo. Zombis sonrientes de variadas razas e indumentarias pululan en busca de la foto ideal.
Gato Pérez murió hace tiempo y yo, supuesto hombre adulto, sigo sin sentirme como tal.
Cuando estuve aquí por primera vez, de alguna manera, me quedé aquí para siempre.
3 comentarios:
Yo no conocí aquella Barcelona preolímpica. Ya ni el Raval (El barrio chino) tenía aquella autenticidad. Ahora es un parque de atracciones para turistas. Has visto cosas que ya no se pueden encontrar.
Esa frase me recuerda a la puerta de "Tauhausen" y todo eso de Blade Runner. Lo cierto es que entonces mi tia-abuela me contaba también batallas de otra Barcelona, para ella incomparablemente mejor, que frustró la guerra. Ley de vida, supongo.
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