Una niña en edad de preguntar se dirige a su padre:
- Aita... ¿de donde venimos?”
Bueno, esta pregunta parece más fácil que otras. El hombre, que ha quedado con los amigos para ver el partido en el bar, improvisa una respuesta concisa:
-“Mira... En África, hace tiempo, hubo una especie de monos más listos que los demás. Poco a poco y con el paso de los siglos, esos monos fueron perdiendo pelo y se irguieron, hasta tomar el aspecto que tenemos nosotros”...
El pequeño se queda pensativo.
- “¿Está claro maitia? ¿quieres saber algo más?”
- “Mmm no, gracias”.
El padre se marcha contento, repasando satisfecho su discurso. “Vale, no ha estado mal la explicación”. La niña, sin embargo, en busca de una segunda opinión, se dirige a la madre, clavada ante la televisión.
“Ama, una pregunta... ¿de dónde venimos?”
Mmmm, bonita pregunta. Su madre recuerda la primera versión que oyó de pequeña. “Ya tendrá tiempo de escuchar otras”...
-“Pues mira laztana, Dios creo a los dos primeros humanos, guapos y listos como tú, se llamaban Adan y Eva y vivían en el paraíso terrenal. La única condición para seguir allí era la de no comer la manzana prohibida pero... no hicieron caso y Dios les expulsó. De aquella primera pareja descendemos todos... hasta que llegaste tú, tan guapa y tan lista como ellos....
- “Pues aita dice que venimos de unos monos”...
- “Mmm, bueno, a ver, yo te estoy hablando de MI familia”...
Me acordé de este viejo chiste viendo un documental sobre el comportamiento de los simios. Según decían, los capuchinos aceptan por amigos, sobre todo, a los seres humanos que imitan sus movimientos y gestos. Después de hacer muchas pruebas, los científicos han llegado a esta conclusión: a la hora de conseguir la empatía de los monos, el camino más directo es la imitación.
Ese reportaje me suscitó no pocas sospechas. ¿Hemos superado realmente ese comportamiento de nuestros antepasados? Los tatuajes, los lenguajes, las indumentarias, las modas en general... ¿acaso no son, a menudo, fruto de la pura imitación? ¿No usamos –de forma más o menos consciente- la imitación para conseguir la aprobación de un grupo?
¿Acaso no son, hoy en día, los Estados Unidos el gran mono que se quiere imitar en todo el mundo?
¿Acaso no es Hollywood el gran espejo mundial? ¿Somos monos en perpetua y mutua imitación?
Tras el reportaje y con esas dudas mosconeando en mi cabeza, me puse a ver el Teleberri. La primera noticia no podía ser más adecuada al respecto: Boris Johnson nombrado primer ministro de Gran Bretaña. La primera reacción internacional, como no, la de Donald Trump. El nombramiento -of course- le ha encantado. Ahora, en el Reino Unido hay otro tipo “pintoresco” de pelo rubio y raro, que quiere alejarse de los vecinos del sur cuanto antes, otro que está de cruzada contra el inmigrante y que pone a su país “first” por encima de las alianzas actuales. Si, al “Big Monkey” norteamericano le ha salido el imitador perfecto. Los dos, además, parecen considerarse de mejores familias que los demás. Los imitadores se multiplican por todo el mundo. “Exterminio de la raza de mono...¿quizás mañana será?”
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