martes, 12 de mayo de 2020

DAVE GREENFIELD: ADIOS A UN TECLISTA

STRANGLERS
Además de todos los demás desastres conocidos el CVID-19 ha supuesto tambien la muerte para un buen número de músicos: Manu Dibango, Adam Schlesinger, Christophe, Enrique Vargas 'El Príncipe Gitano', Wallace Roney, Joe Diffie, Dave Greenfield... Entre nosotros tambien hemos lamentado la pérdida de Panko Rio, fundador de Radical Hardcore, una de las bandas más rabiosas que ha dado el rock vasco.
El que más horas de mi vida ocupó de esta lista es , posiblemente, el teclista de los Stranglers Dave Greenfield.
En aquel explosivo panorama de 1977, proclamado como el “año cero”, muchos de los esquemas que parecían inamovibles en el mundo de la música se fueron al carajo. El publicó se aburrió de los discos triples conceptuales, del rock progresivo, de las “operas rock”. Las estrellas de los setenta, a diferencia de lo que ocurría en la década anterior, se habían convertido en entes lejanos, inalcanzables, a menudo pretenciosos. La tendencia general apostaba por las bandas mastodónticas que soñaban con situar al rock a la altura de la música clásica. Hubo trabajos extraordinarios y nombres que pasaron a la historia, sin duda, pero las nuevas generaciones empezaron a demandar una música más cercana, más vitalista, más divertida. Los singles olvidados de los sesenta invitaban al baile y al disfrute del amor mientras que el rock sinfónico aburría con “las seis esposas de Enrique VIII” y rollos similares . Había un clamor por volver a vivir el ambiente de lugares como la legendaria “The Cavern” donde los Beatles mataban de risa a un personal entusiasta. Era inevitable, tenía que pasar, de pronto surgió el “punk”.
Aquellos grupos de la primera oleada “Sex Pistols”, “Television”, “Dammned”, “The Clash”, “Blondie”, “Stranglers”, “Ramones”, no tenían unos vínculos musicales muy definidos. Eran , eso sí, sencillos, accesibles, carne de pub o discoteca y sus temas raramente llegaban a los cuatro minutos y solían tener letras lo mas divertidas y epatantes que fuera posible. En este afán simplificador, los teclados fueron descartados de entrada en casi todas las bandas.
Dejando a un lado casos puntuales como el de Doors o Deep Purple, es raro que los teclistas adquieran demasiado protagonismo en el rock. Es habitual que bandas que usan teclados a menudo, como los Rolling Stones, jamás los saquen en la foto. Stranglers, sin embargo, hicieron de sus teclados un elemento distintivo, la huella de Dave Greenfield es patente en sus canciones y lo fue mucho más a medida que su estilo derivó hacia ambientes más sofisticados durante los ochenta con temas como “Golden Brown” o “Midnight Summer Dream”.
En aquella fiesta que estalló en el 77 especialmente en Londres y New York, las bandas trataban de trascender el mero campo musical y abonarse al escándalo. Los Sex Pistols, con su maquiavélico manager Malcon McLaren al frente marcaron un camino que todos trataron de seguir con mayor o menos fortuna. No era fácil, los Pistols molestaron a una institución como la monarquía y arruinaron la carrera del periodista-estrella en las noches de la BBC, Bill Grundy. El listón estaba muy alto. En aquella carrera loca los Stranglers también tuvieron sus momentos de anti-gloria en los tabloides británicos. Un concierto fue suspendido en el mítico Rainbow cuando la seguridad obligó a la organización a cortar la luz porque Hugh Cornwell, cantante y guitarra lucía una camiseta en la que símbolo de la Ford había sido sustituido por el de “fuck”. En otro concierto, esta vez al aire libre, contrataron strippers para bailar durante su tórrido tema “Nice & Sleazy” , en el BatterseaPark. Las caras de estupefacción y el anárquico bailoteo erótico-festivo de las muchachas todavía puede encontrarse en la red, a pesar de las constantes censuras.
Realmente no, no podría decirse que lo de Stranglers sea precisamente un fracaso. Llevan funcionando desde mediados de los setenta y en sus giras saben que pueden llenar tantas salas de mediano tamaño como deseen. Sin embargo decenas de años y decenas de discos no han contribuido a aumentar su leyenda. Aunque musicalmente no han estado por debajo de Ramones o Sex Pistols, estas bandas lograron hacerse legendarias con carreras cortas y muy bulliciosas mientras que a Stranglers les pasa como a ciertas series; aunque empiezan gustándote , a base de añadir más y más temporadas acaban dando la sensación de estar infladas y lo que podría haber sido inolvidable acaba resultando repetitivo. Nadie hará, seguramente , un biopic sobre Stranglers. Pero nadie tampoco podrá impedirnos que disfrutemos de aquellos discos oscuros de la era dorada: “Rattus Norvergicus”, “Black & White” , “No More Heroes”...
Descanse en paz Mr. Greenfield. Ha sido un placer.

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