Corría
el año 1976 y de pronto todo eran cambios. Surgían como setas las nuevas
revistas de “información general” que animaban los expositores del kiosco del parque con sus
novedosos titulares y las portadas del “destape”. Se renovaba la cartelera
cinematográfica con películas como “Cria Cuervos” o “Canciones Para después de
Una Guerra”. La ikurriña, aún ilegal, aparecía por todos los lados y un clamor a
favor de la Amnistía general llenaba calles y plazas. El mundo de la música también
reflejaba todo ese ambiente. Fue el año dorado para los cantautores. Era un
tiempo en el que Raimón llenaba un pabellón madrileño cantando en catalán en un recital histór.
Otros nombres como Paco Ibañez, Rosa León, Labordeta ó Luis Pastor se enfrentaban a constantes multas por la
censura y veían sus recitales convertidos en auténticas manifestaciones. En
Euskadi vivimos el gran momento de los “kantaldis”. Artistas como Gorka Knork,
Gontzal Mendibil eta Xeberri, Urko o Hibai Rekondo protagonizaban festivales
explosivos que a menudo terminaban a palos. Uno de los rituales que se repetían
en estos actos era el de los “goras” . Alguien lanzaba el primer “Gora Euskadi
Askatuta” y la masa respondía unida. El “Gora Euskadi Sozialista” también tenía
mucho quórum en aquellos años. Pero las respuestas iban menguando a medida que
los goras tenían menos adeptos. El “Gora Euskadi gorria” provocaba los primeros
pitidos que podían llegar al abucheo con otros como “Gora Euskadi Trotskista” o
“Gora Euskadi Beltza”. Así solía ser en la mayoría de los kantaldis a los que
asistí en aquel año, mucho más motivado a mis 16 años por el activismo que por la música. La sorpresa llegó en un kantaldi organizado
en Santurtzi, concretamente en la plaza de Kabiezes. Estaban en el cartel
Oskorri y Fermín Balentzia , un navarro al que no conocíamos. De pronto, por
primera vez los “goras” cambiaron de orientación. El "gora Euskadi askatatuta" tuvo la respuesta habitual, pero fueron masivamente aclamados también el “gora
Euskadi gorria” y “gora Euskadi maoista” que ya nos situaba en el terreno de lo
lisérgico. Algún enteradillo (siempre había alguno” nos explicó la cuestión; se
trataba de un festival organizado por la ORT, una organización maoísta muy
activa en la época y prácticamente habían convocado a toda la militancia de la
zona norte. Mi segunda sorpresa aquel día vino de la mano de Fermín Balentzia. Aunque
su aspecto y su liturgia eran las de cualquier cantautor, ahí había algo
distinto. Su manera de explicar las canciones, sus relatos autobiográficos, su
voz con regustos de jota, sus composiciones… Recuerdo que intenté conseguir
algún disco poco después, pero no, no tenía ninguno grabado; de hecho acaba de
publicar si primer álbum , con 71 años…
Lo más curioso es que han tenido que insistir hasta la saciedad para que
se animara a hacerlo. Los de la editorial Txalaparta lo conseguían a finales
del año pasado. En todo este tiempo Fermín ha seguido cantando y componiendo,
abundan sus devotos a lo largo de la geografía vasca , pero el siempre ha
preferido las distancias cortas. Resulta increíble que temas como
“Txantxangorria”, “Las Cadenas de Navarra” o “Tafalla” sean tan coreadas sin haber conocido ninguna
grabación. En “Vivir ParaCantarla/Kantuari Emana” están estas y todas las demás. Las canciones del
cercano, simpático incansable luchador: Fermín Balentzia. Caso único.
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