martes, 9 de junio de 2020

ENCERRADOS


¿Que pasaría si un buen día, por accidente, te vieras encerrado y sin salida posible en un ascensor con tu mayor enemigo? Situaciones como ésta forman la base argumental de “Encerrados”, una serie argentina de capítulos independientes que está en Netflix hasta el próximo día 16.  
Ya he comentado que durante el confinamiento casi todas las series y películas me resultaban anacrónicas. Pues bien, he aquí una serie que combina perfectamente con la situación que hemos vivido en los pasados meses.
Por alguna razón que desconozco, los algoritmos de Netflix me recomiendan siempre series y películas que no me interesan en absoluto. Y lo cierto que algunas de mis aficiones serían bastante fáciles de adivinar, por ejemplo: díganme, por favor, lo que vayan sacando los argentinos.
La semana pasada consumí en dos o tres noches “Casi Féliz”, una serie que narra las desventuras de un locutor de radio enamorado de su ex-mujer. Como es habitual en muchas producciones argentinas, la fuerza reside sobre todo en el guión y en unas interpretaciones tan buenas que no parece que estén actuando. Esa sensación de que un equipo ha sabido sacar petróleo de un presupuesto reducido usando el talento y la imaginación es algo que yo aprecio a rabiar. Algo parecido a lo que ocurre con éxitos recientes de nuestro cine como “El Hoyo” o “La Trinchera Infinita”.
En “Encerrados” esto de “hacer mucho con poco” se ve favorecido por la propia esencia de la serie: todos los capítulos se refieren, de una u otra forma a situaciones en la que los protagonistas se ven encerrados por alguna circunstancia: un escritor que sufre de “agorafobia” desde que tuvo un terrible accidente de coche en el que murió su hija; tres amigas adolescentes que entran en pánico en una excursión al bosque; Un hacendado que se queda atrapado en su bodega junto a uno de sus braceros; tres mujeres de orígenes sociales muy distintos atrapadas en una lavandería...
Tanto la presentación en tonos pomposos,como la sintonía misteriosa nos remite directamente a series como “Twilight Zone” (La Zona Oscura) o películas como “Relatos Salvajes” .El reto es ofrecer una historia completa en menos de media hora. No hay un sólo minuto que perder, cada segundo tiene su importancia, el engranaje debe estar perfectamente sincronizado, en caso contrario el capítulo se cae de forma estrepitosa –algo que ocurre en algún capitulo-
Tanto en series como en publicidad los productos argentinos tienden a las situaciones límite, a la catársis, a tocar temas tabú, a usar palabras gruesas, a sorprender. Es cierto que a veces haría falta algún que otro subtítulo y que la corrección política no es su mayor pasión, pero entre tanto producto previsible, uno agradece que le sorprendan estos personajes, aunque a menudo sean  “conchudos”, “boludos”, “pelotudos”, “forros” o “chetas”  y traten siempre de “romperte las pelotas” con sus series del “orto”.



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