¿Que
pasaría si un buen día, por accidente, te vieras encerrado y sin salida posible
en un ascensor con tu mayor enemigo? Situaciones como ésta forman la base
argumental de “Encerrados”, una serie argentina de capítulos independientes que
está en Netflix hasta el próximo día 16.
Ya he
comentado que durante el confinamiento casi todas las series y películas me
resultaban anacrónicas. Pues bien, he aquí una serie que combina perfectamente
con la situación que hemos vivido en los pasados meses.
Por
alguna razón que desconozco, los algoritmos de Netflix me recomiendan siempre
series y películas que no me interesan en absoluto. Y lo cierto que algunas de
mis aficiones serían bastante fáciles de adivinar, por ejemplo: díganme, por
favor, lo que vayan sacando los argentinos.
La
semana pasada consumí en dos o tres noches “Casi Féliz”, una serie que narra
las desventuras de un locutor de radio enamorado de su ex-mujer. Como es
habitual en muchas producciones argentinas, la fuerza reside sobre todo en el
guión y en unas interpretaciones tan buenas que no parece que estén actuando.
Esa sensación de que un equipo ha sabido sacar petróleo de un presupuesto
reducido usando el talento y la imaginación es algo que yo aprecio a rabiar.
Algo parecido a lo que ocurre con éxitos recientes de nuestro cine como “El
Hoyo” o “La Trinchera Infinita”.
En “Encerrados”
esto de “hacer mucho con poco” se ve favorecido por la propia esencia de la
serie: todos los capítulos se refieren, de una u otra forma a situaciones en la
que los protagonistas se ven encerrados por alguna circunstancia: un escritor
que sufre de “agorafobia” desde que tuvo un terrible accidente de coche en el
que murió su hija; tres amigas adolescentes que entran en pánico en una
excursión al bosque; Un hacendado que se queda atrapado en su bodega junto a
uno de sus braceros; tres mujeres de orígenes sociales muy distintos atrapadas
en una lavandería...
Tanto
la presentación en tonos pomposos,como la sintonía misteriosa nos remite
directamente a series como “Twilight Zone” (La Zona Oscura) o películas como
“Relatos Salvajes” .El reto es ofrecer una historia completa en menos de media
hora. No hay un sólo minuto que perder, cada segundo tiene su importancia, el
engranaje debe estar perfectamente sincronizado, en caso contrario el capítulo
se cae de forma estrepitosa –algo que ocurre en algún capitulo-
Tanto
en series como en publicidad los productos argentinos tienden a las situaciones
límite, a la catársis, a tocar temas tabú, a usar palabras gruesas, a
sorprender. Es cierto que a veces haría falta algún que otro subtítulo y que la
corrección política no es su mayor pasión, pero entre tanto producto
previsible, uno agradece que le sorprendan estos personajes, aunque a menudo sean “conchudos”, “boludos”, “pelotudos”, “forros”
o “chetas” y traten siempre de “romperte
las pelotas” con sus series del “orto”.
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