lunes, 30 de noviembre de 2020

BULIMIA AUDIOVISUAL


 Parece que estos tiempos de confinamientos y plataformas nos van a conducir directamente a una especie de “bulimia audiovisual”.                  

Las series se han adueñado de la conversación cultural. Si no estás siguiendo alguna serie, mejor que no salgas de casa. Tu conversación no tendrá ningún interés, estarás “out” inevitablemente.                                  

Los grandes festivales de cine siguen resistiéndose a reconocer el carácter cinematográfico de plataformas como NETFLIX. Hasta cierto punto puedo entenderlo; en muchos aspectos eso que conocíamos como “cine” no es lo mismo que se ofrece en las plataformas. Tampoco aquellas series de nuestra infancia como “Colombo” o “LosAngeles de Charlie” tienen que ver con las actuales. El producto que consumimos ahora está a medio camino entre aquellas las series de toda la vida, el cine y los culebrones. Algunos críticos insisten en calificar a estas plataformas como “pizzerias audiovisuales”, tampoco me parece justo. La calidad, como en tantas otras producciones artísticas, es variable. Aunque es cierto que, con tanta oferta, es fácil que los árboles te impidan ver el bosque. Por otro lado, no importa demasiado que la “inteligentzia” si es que tal cosa existe hoy en día, se empeñe en desprestigiarlas; les guste o no los tiempos corren a su favor.   

El adolescente ve sus series en la cama desde su tablet y los adultos tendemos a adquirir televisiones de tamaños cada vez mayores para sentirnos como en el cine. Durante los desplazamientos en transporte público podemos recurrir al teléfono móvil para seguir viendo las tramas y así no vaya a ser que nos dé tiempo a hacer tonterías como, yo que se, pensar.  

Un fenómeno unido a esta tendencia es el de la eternización de las series. ¿Te ha gustado “Los Sopranos”, “Perdidos”, “Orange is the New Black”, ¿“El Cuento de la Criada” o “La Casa de Papel”?  ¿Te da pena que se acaben? No problem. Nuestra factoría ya está dispuesta para ofrecerte una segunda, tercera, octava temporada. Las que hagan falta hasta que alcances la absoluta saciedad, hasta que no puedas contener el vómito. Lo cierto es que series que podrían dejarnos un recuerdo inmejorable, acaban despidiendo un insoportable olor a podrido.   

Si Casablanca se hiciera hoy de la mano -pongamos- de HBO la “hermosa amistad de Rick y el gendarme” sería oportunamente alargada durante varias temporadas. Los guionistas harían que ambos salieran del armario, se casaran, tuvieran hijos de alquiler, se divorciaran y acabaran -yo que se- convocando manifestaciones negacionistas. Aquel “second life” que nos ofrecía internet fue un rotundo fracaso. Ahora son las series las que nos permiten vivir otra vida durante semanas.                                                                       

A veces es la propia realidad la que te ofrece culebrones perfectos, como es el caso de “The Crown”.  Me encantaría ver a la verdadera casa real británica viendo su propia vida convertidas en teleserie.

Y ya puestos, ¿por qué no un “Spanish Crown” en torno a nuestra siempre entretenida monarquía? Ahí dejo la idea.

Aquello de “planteamiento, nudo y desenlace”, es cosa del pasado. Ahora solo queda el planteamiento; el nudo suele liarse hasta el absurdo y el desenlace ha de ser siempre abierto. Para que permita más y más temporadas y nos deje agotados y hartos de todos y cada uno de los personajes.  

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy OUT, viva el fuera de juego!!!

nineuk dijo...

Tambien conocido como "orsay"