viernes, 9 de abril de 2021

TRAMPAS

 


Hacía tiempo que Jordi Evole no nos ofrecía una de esas entrevistas que lo han convertido en periodista de referencia. Fue hermosa y emotiva la de Pau Donés, sin duda, pero me refiero a esos momentos inolvidables en los que la conversación transcendió hasta el punto de ocupar las portadas de la prensa. 

En algunos casos, como ocurrió con la que hizo a Jaume Matas, expresidente de la comunidad balear, el impacto fue tan grande que acabó por poner al entrevistado ante la justicia. Si yo fuera profesor en la facultad de Ciencias de la Información, enseñaría a mis alumnos, sin dudarlo, aquella en la que Jordi consiguió que Santiago Carrillo hablara en público, por primera vez, sobre su actuación en la matanza de Paracuellos de Jarama, durante la guerra de 1936. Aquella conversación empezó con una advertencia muy seria por parte del político: “Como me saques ese tema haré lo mismo que hice a Luis del Olmo en la cadena COPE, me levantaré y me marchare” y terminó con toda una confesión: “Era la guerra y en la guerra para vencer al enemigo hay que matarle”.                                                                                  

Evole y su equipo se han ganado un merecido prestigio destapando corruptelas y malas prácticas de todo tipo. Esto hace que, a veces, quienes se sientan delante del entrevistador lo hagan con afanes de venganza, o de dejar las cosas claras.  Algo de eso, creo, ocurrió el domingo pasado.                                

Eufemiano Fuentes es un, medico cuyo nombre ha quedado manchado por la sospecha. Aunque no existe una condena en firme contra él, su nombre siempre se relaciona con la operación puerto y con prácticas que estaban en el límite de la legalidad. Durante toda la entrevista, que más bien parecía un combate de esgrima, el galeno quiso dejar claro que sabía más, mucho más, de lo que podía contar y que su actuación siempre estuvo avalada por las autoridades deportivas de la época. Eufemiano quería decir sin decir, denunciar sin pillarse los dedos, y eso es muy difícil. Cada poco decía frases del tipo “me has pillado” o “blanco y en botella” haciendo ver que estaba hablando más de la cuenta, pero en realidad lo que hizo en todo momento es poner en marcha el ventilador de la mierda, pretendiendo además que no se viera el dedo que lo activaba. La sombra de la sospecha se extendió así en varios frentes: el medallero español de Barcelona 92, los éxitos de Fermín Cacho, la liga 2002-2003 en la que la Real Sociedad quedó segunda, el Real Madrid… 

Las acusaciones nunca eran claras y probadas, todo eran silencios “que otorgan”, encogimientos de hombros delatadores y denuncias imprecisas, aunque, de momento, el Real Madrid ya ha anunciado que se querellará contra el doctor. Donde sí fue más explícito fue al describir como obtenía sus informaciones en los países del este. Eufemiano viajaba allí, pagado por la Federación, para conocer los trucos para conseguir mayor rendimiento Un sobre con quinientos dólares hacía hablar al galeno más hermético. Una entrevista, en suma, bastante irritante que dejó, sin embargo, algunas conclusiones bastante claras: la necesidad de obtener éxitos ha llevado a ciertos cargos y a muchos deportistas a buscar atajos tramposos y si se supiera toda la verdad, habría que revisar muchos éxitos deportivos. Claro que, puestos a denunciar, tampoco es desdeñable lo que Eufemiano quiso remarcar al final: ¿Por qué nadie denuncia esos diseños de etapa absolutamente inhumanos y demoledores que destrozan al ciclista, en aras del espectáculo?                                

   

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