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Alain Delon y Richard Burton en un momento de la pelicula "El asesinato de Trotsky" |
Estamos
en 1940. El ejercito de Hitler está a punto de entrar en París. Su campaña
expansionista por Europa no hace mas que acumular éxitos militares sin apenas
gastar munición.
El
joven Jacques Mornard, de origen belga, pero criado en París, asiste a los
acontecimientos con cierta preocupación. El no se siente en absoluto motivado
para arrojarse a las trincheras a defender absolutamente nada. Jacques es un
hombre de negocios perteneciente a la burguesía acomodada y no quiere ver
truncadas todas sus ilusiones en un país de futuro incierto a punto de afrontar
una mas que probable guerra.
Aunque
nadie entiende muy bien que ha podido ver en ella, este joven y atildado varón
corteja sin disimulo a una chica norteamericana de confesión trotskista llamada
Sylvia Ageloff. Una vez comprometidos ambos saldrán de la capital francesa
rumbo a América donde vivirán, entre México
y New York, lo que parece ser una bonita historia de amor. En la capital
mexicana Sylvia visita con cierta asiduidad al exiliado Lev Davidovich Trotsky,
convertido por sus escritos y actividades políticas en el enemigo número uno de
Stalin, con quien compartió glorias revolucionarias en el pasado.
Además
de dedicarse a los negocios, Jacques escribe también artículos de actualidad
para la prensa, algunos de ellos de corte vagamente político. Gracias a los
contactos de su novia, consigue que sea el mismísimo Trotsky quien se los
corrija en un par de ocasiones.
Una
historia normal, casi hasta vulgar, pero que esconde un trasfondo de auténtico
horror: Jackes Mornard no es belga, sino catalán y su nombre es Ramón Mercader.
Su idilio no es tal, se trata en realidad de un plan cocinado por los servicios
secretos soviéticos para ganarse la
confianza de Trotsky y finalmente asesinarlo. Ramón fue captado por la
inteligencia soviética en plena guerra civil española. Su perfil era perfecto:
comunista sin fisuras obediente a los dictados de Moscú y con una terribles
ganas de alcanzar la gloria.
El 20
de agosto de 1940 se consuma la tragedia. Ramón Mercader, que se ha ganado la
confianza de todos los vigilantes, penetra con sus cuartillas en casa de la
familia Trotsky, una auténtica fortaleza en pleno barrio de Coyoacán. Escondida
en su gabardina lleva preparada su arma. Un piolet destinado a clavarse en la
cabeza del revolucionario. Trotsky, según publicó la prensa de la época, estaba
escribiendo anotaciones en el artículo de “Mornard” y recibió el impacto justo
cuando se dio la vuelta para hacer un comentario.
Cuentan
que Ramón Mercader jamás pudo quitarse de la cabeza el espantoso alarido
proferido por Leiv Davidovich al recibir el impacto criminal.
El 21
de agosto de 1940, tras varias horas de agonía, el autor de “La Revolución Permanente”moría en un hospital mexicano. Ramón Mercader fue apresado y
condenado a veinte años de prisión. Al terminar su condena, solo La Unión
Soviética se avino a acogerle y años mas tarde se trasladó a Cuba. Así, pudo
pasar los últimos años de su vida contemplando los paraísos por los que había
luchado y se había convertido en un asesino.
La era
estalinista se llevó por delante a veinte millones de personas. El sueño de
muchos revolucionarios devino en una pesadilla. La lucha contra la desigualdad,
sin embargo, sigue mas viva que nunca. ¿Seremos los humanos capaces de aprender de
los errores del pasado?