jueves, 11 de diciembre de 2014
BLUES
Ahí estaban de nuevo. Las conversaciones beodas, los vasos rotos, las
risas histéricas. Un rumor nervioso fruto del alcohol barato y el humo,
el espeso y pestilente humo en uno de esos antros que sacan el dedo a
la ley del tabaco. Cuando intenta presentar la primera canción el
micrófono pita y un perro nervioso comienza a ladrar entre gemidos
ansiosos. Desde la barra el encargado le dirige una mirada de apremio.
Un gracioso grita con voz rota: “¡Una rumbita!”. Estallan risas
cacareantes. Nada más comenzar, un trozo de hielo se estampa contra la
guitarra. Toca las primeras notas y dos mesas se vacían en segundos con
rumores de fastidio. Solo dos de los presentes llegarán a apreciar ese
blues. Será suficiente.
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2 comentarios:
E incluso con uno vale...
Descarao
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