La Venta de Borja |
No es fácil explicar el panorama actual del sector musical , ya que no es comparable la situación de un músico de jazz a la de un músico en plantilla de una orquesta sinfónica, un cantante de pop o una banda de punk-rock. Eso sí, hay un factor común a la mayoría: la precariedad, consecuencia directa de décadas de políticas culturales poco serias, que no abordan los problemas estructurales del sector .
No todos los músicos están en la misma situación. Los hay profesionales, que viven exclusivamente de la música contratados por una institución, incluso como funcionarios; los hay que trabajan por temporadas, y también los hay que compaginan su trabajos de músico con otras actividades más alimenticias.
No fue hasta finales de marzo cuando el Gobierno incluyó a las artes escénicas, la música y el sector audiovisual en sus medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto de la COVID-19. Las medidas adoptadas no alcanzan a los músicos que, en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera pueden acreditar las mínimas cotizaciones exigidas en el régimen de artistas para poder acceder a las ayudas ni estar incluidos en los ERTE, porque para ello es una exigencia estar dado de alta en la Seguridad Social.
Los músicos de alta en autónomos eran minoría al declararse la alarma (14,38%). Porque la mayoría lo hacen por la exigencia de las empresas que les contratan, privadas y públicas, para que les emitan una factura. Aunque sea legalmente una relación laboral por cuenta ajena, solo aquellos que tienen un nivel de contratación muy elevado pueden permitirse estar dados de alta como autónomos durante todo el año. El resto solo se dan de alta uno o dos meses al año para emitir las facturas de los trimestres que han trabajado o directamente contratan a una de las empresas que que viven de emitir facturas por el trabajo de los músicos a cambio de un porcentaje.
No se debería permitir que el dinero previsto para paliar una situación social grave de los músicos, se use para perpetuar una situación fraudulenta.
El sentir de los músicos al respecto lo explica muy bien a través de un vídeo publicado en Youtube por José, un músico de orquesta que a sus 39 años lleva ya 27 en el mundo de la música, "desde los doce". Reconoce que ha vivido siempre en un clima de incertidumbre laboral, "tal vez sea culpa nuestra, por no haber sido capaces de movilizarnos", reconoce, "esto nos ha cogido más en pañales que a nadie". Como apunta, son un sector que no suele tener contrato y que no tiene un salario mensual: "Tenemos el régimen de cotización especial de los artistas y sólo se nos da de alta por día trabajado, sin contemplarse tareas que nos llevan largas horas, como los ensayos".
Segín una reciente encuesta , cuatro de cada 10 músicos no tiene derecho a ningún tipo de ayuda. Años de fraude en la contratación pasan a día de hoy una factura demoledora con gravísimas consecuencias para un colectivo al que siempre se ha invisibilizado administrativamente o contratado en fraude de ley. Una profesión excluida socialmente y desprovista de derechos laborales. Lo más sorprendente de todo es que se trata de una actividad económica importante para el tejido económico, que mueve mucho dinero y un cupo importante procede de la administración pública, vía contratos directos, o vía subvenciones.
Uno de cada cuatro músicos, con antigüedad profesional mayor de 10 años, no tiene derecho a ninguna ayuda. ¿Qué profesiones conocemos que no permitan acceder a ninguna ayuda y/o prestación tras más de 10 años de antigüedad trabajando?
Tenemos a músicos contratados como camareros por horas, otros que se ven obligados a alquilar el local donde van a actuar. Entre los que dan clases en academias privadas la encuesta arroja que un 16,60% está con contratos mercantiles para dar clases, contratos por obra y servicio que duran años o fijos discontinuos que se paralizan durante el verano. También están las actuaciones cotizadas en el régimen general, la aun abundante inexistencia de contratos, y un largo etcétera de situaciones irregulares y fraudulentas en las que el único perjudicado es el músico profesional, el eslabón más débil, pero a su vez el más importante en la cadena de valor en la Industria Musical.
La música en vivo, como es de suponer, esta prácticamente en coma. Tan sólo el 18% ha logrado aplazar sus conciertos o derivarlos al streaming, mientras las innumerables pérdidas y cancelaciones de temporadas enteras se han multiplicado en los últimos meses.
Por cierto, respecto al streaming: “Tan sólo un 1,02 % de las actuaciones han sido remuneradas y con alta en la Seguridad Social.” O se regula el “On-Line” desde el principio con las mismas condiciones laborales que el físico y los derechos de Propiedad Intelectual pertinentes, o se convertirá nuevamente en otro tipo de “contenido al peso”, con que comercian las grandes plataformas aprovechándose de la precariedad de un sector en constante crisis desde el año 85. Otras medidas como implantar una “Renta Mínima de Subsistencia” hasta que se pueda reanudar la actividad, crear una “Oficina de Atención al Músico”, la puesta en marcha del Estatuto del Artista que establezca un nuevo marco jurídico… también han sido declaradas de urgencia para la supervivencia de un colectivo que no puede ser de nuevo abandonado a su suerte.
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