«El infierno es demasiado dulce»
Una forma de emprender viaje por la margen izquierda es a través de la música de grupos de rock que surgirían en la zona. Se había creado en los años sesenta un grupo de cantautores integrados en lo que se denominó la nueva canción vasca. El tema de Lourdes Iriondo «Ez gaude konforme» (No estamos conformes), de 1967, con el mismo aire de manifiesto que «My Generation» (1965) de la banda británica The Who, marcó la nota de rebeldía del grupo. Influidos por la música folk de los Estados Unidos y por la canción protesta catalana, los cantautores declararon la guerra al romanticismo de la música tradicional. «Desde luego no nos dedicaríamos a cantar la triste historia de la paloma blanca, porque había historias mucho más tristes que contar. La blanca paloma llevaba mucho tiempo ennegrecida por el humo de las chimeneas en las ciudades industriales del País Vasco», explicó Julen Lekuona, un sacerdote convertido en cantautor. Preferían cantar sobre el racismo, la guerra del Vietnam, el asesinato de Martin Luther King, o los obreros muertos en Chicago o
Bilbao.
A finales de los años setenta, la canción protesta, como buena parte de la resistencia antifranquista de la época anterior, se quedó obsoleta.
Había llegado el tiempo del rock and roll y el punk con grupos cuyos nombres eran cuanto menos elocuentes: Zarama (Basura), Eskorbuto, Vómito, Eructo, Puskarra (Pedo), Cicatriz, Delirium Tremens, R.I.P., Barricada, Ertzainak, La Polla Records. «Bilbao, Mierda, Rock & Roll"» era el eslogan de la banda M.C.D. (siglas de la frase «Me Cago en Dios»). Estos grupos musicales -que combinaban las letras irreverentes con la fuerza del rock, la ira del punk, la marcha del ska o la calidez del reggae— se convirtieron en un auténtico fenómeno social. Algunos años más tarde surgiría un vigoroso movimiento de música hip-hop bajo la influencia de la cultura juvenil internacional. Se popularizó la imagen «Euskadi tropical». Las drogas abundaban por todas partes.
Un grupo muy conocido en Bilbao fue Itoiz. Con su mezcla de rock y pop, sus actuaciones durante la Semana Grande bilbaína a principios de los ochenta tuvieron mucho éxito. Las letras de sus canciones ya no poseían la misma relevancia que las de los cantautores anteriores. Aun asi, baladas como «Lau teilatu» (Cuatro tejados) se hicieron muy populares:
La protesta social ya no estaba en el primer plano: «donde el roquero radical ve a un policía golpeando a un manifestante, Itoiz ve a una vieja prostituta llamando a un taxi amarillo porque hace frio y no hay trabajo».
Un hit de Itoiz fue «Marilyn», la historia del pastor vasco que vuelve del Oeste americano e instala en su caserío con letrero de neón la imagen icónica de la diva. El líder del grupo, Juan Carlos Pérez, era de Mutriku e hijo de un vendedor ambulante que emigró desde Galicia, un hombre muy apuesto que recorría, con sus grandes bolsas de cuero repletas de ropa, las casas del medio rural, incluida la mía. En el año 1987, cuando estaba en la cima del éxito, Itoiz decidió disolverse. «El éxito no me satisfacía», me confesó Pérez.
Zarama, de la margen izquierda de Bilbao, fue igualmente un grupo destacado al que influyeron los Who. Otro grupo, Negu Gorriak, interpretaba una versión en euskera de la canción de los Who «I can't explain» (No lo puedo explicar). La primera canción que grabó Zarama resultó de haber ganado un concurso de música vasca organizada por la discoteca de los jóvenes de Itziar en 1980. Una de sus canciones era una parodia del conocido poema de Aresti «Defenderé la casa de mi padre». ETA pronto puso una bomba en la discoteca, construida en buena parte por antiguos militantes de ETA, alegando que estaba contaminada por la música extranjera y por la droga. Hacia 1984, sin embargo, el entorno de ETA organizaba conciertos con grupos de rock y punk que le sirvieron para atraer simpatizantes.
Cuando el líder de la banda, Roberto Moso, escribió la historia de Zarama, la tituló Flores en la basura, una frase de la canción de los Sex Pistols «God Save the Queen». «Cuando escuchas a los Sex Pistols», dijo Pete Townshend, «lo que de inmediato te sorprende es que esto está sucediendo realmente».
Moso se hizo eco de la misma realidad electrizante cuando escribió sobre un concierto caótico: «Estábamos conectando brutalmente con la audiencia en unos días en los que había revueltas por la calle cada dos por tres.
Estábamos consiguiendo la máxima aspiración de cualquier artista que se precie: comunicar sensaciones en toda su intensidad y además en tiempo real». Zarama estaba infectada por el virus que encerraba el grito de Johnny Rotten, el vocalista de los Sex Pistols: «No Future». Lo que les atraía de bandas de punk como Sex Pixtols, The Clash o Ramones era que aquellos artistas «eran sencillos, hacían una música directa, contundente, sobria, absolutamente alcanzable. Para poder hacerla no se requería ser buen músico ni tener carísimos equipos: simplemente había que tener huevos».
Después de uno de los conciertos de Zarama, Moso se reunió con Josu que, como él, era también de Santurce. Josu era un adolescente rubio con barba y pelo largo que llevaba una guitarra llena de pegatinas entre las que destacaba la diana de los Who. Estuvo tocando con Zarama durante tres años antes de dejar el grupo para formar Eskorbuto en compañía de Juanma y Paco. Una de las canciones tradicionales bilbaínas más populares, «Desde Santurce a Bilbao», describe el trayecto
-hoy convertido en evocación del folclore- que en el pasado realizaban las mujeres por la orilla del Nervión con un cesto de sardinas encima de la cabeza. Eskorbuto escribió una brutal parodia de la canción con el título «Ratas en Bizkaia». Se pueden encontrar en Youtube otras canciones de Eskorbuto con títulos como «Anti-todo», «El infierno es demasiado dulce», «En la luna», «Cerebros destruidos», «Más allá del cementerio» o «Busco en la basura». Cuando Moso acude a visitar la tumba de su padre en el cementerio, tiene que pasar delante de las de Josu y Juanma, a los que mató la heroína. Los cuatro miembros de Cicatriz también murieron por la heroína. Entendieron bien, al igual que su héroe Johnny Rotten, las palabras de Richard Huelsenbeck: « La vida debe hacer daño... No hay suficientes crueldades». Lejos de la idolatría que los héroes del rock and folk recibían sobre el escenario, el canon establecido por los punk consistía en arrojar botellas y una lluvia de lapos. En el cementerio, Moso se para a oír los ecos de una canción de sus amigos:
Y a mí me torturaon y torturaron y torturaron para que cantara y cante esta canción
Satanás, el infierno es demasiado dulce.
Satanás, el infierno es demasiado dulce.
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