miércoles, 19 de febrero de 2025

KNEECAP

 

Dos chavales a la deriva buscando su sitio en el norte de Irlanda actual.Un idioma propio que agoniza entre la marginación ajena y la indiferencia propia. Un idilio imposible entre “catolico” y “protestante” aunque ni el ni ella sean religiosos. Un grupo de milicianos que dicen combatir contra “la droga” . Un exmilitante del IRA que dan por muerto (pero no lo está).  Un profesor de irlandés  reciclado en MC. Una policía unionista amargada y sádica. Temas electrizantes con letras explosivas que censuran en la radio.. una amistad duradera….Cannabis, cocaina, LSD, ketamina, Agítese bien y bébase de un trago. 

Es el cocktail explosivo que se puede degustar en Filmin, denominado KNEECAP. Una película con nervio y desparpajo que me hace, una vez mas, suspirar de envidia. ¿Por que nadie ha hecho una película con tanta garra sobre alguna movida local? 

miércoles, 12 de febrero de 2025

13 DE FEBRERO, DÍA MUNDIAL DE LA RADIO.



El Día Internacional de la Radio se celebra anualmente el 13 de febrero, conmemorando la fecha de establecimiento de la Radio de las Naciones Unidas en 1946.​ Esta fecha fue elegida específicamente para subrayar la contribución única de la radio en unir a las personas alrededor del globo. En lo que a mí respecta la radio ha sido (como oyente) fuente de información, placer y evasión, especialmente en los años de adolescencia y juventud. Después acabó siendo mi medio de vida. Este relato, publicado en su día en el libro “La Radio Encendida”, describe mi vivencia personal en un día cualquiera en los agitados ochenta.

UN DÍA EN LA VIDA.

El tren está atestado de figuras desoladoras como la mía. La lluvia crea deprimentes chorretones sobre los cristales mugrientos y los paisajes parduzcos y herrumbrosos de siempre parecen aún más amenazantes. Podría ser un miércoles mierdoso más, pero es aún peor. Ayer superé de nuevo la delgada línea roja del sentido común para embarcarme en una de esas noches hooligan con mis colegotas de “La Herradura”. No estaba previsto. De hecho, al llegar a Santurtzi, tras una larga jornada, estuve a punto de enfilar por un día el camino de vuelta a casa con la sana intención de acostarme pronto. Imbécil. Para cuando quise darme cuenta, mis pasos estaban ya subiendo la cuesta de la perdición hacia el bar donde todo el mundo sabe tu nombre, que cantaban en Cheers. “Te mereces un poco de diversión”, me decía a mí mismo en esas ocasiones, “a ver si todo va a ser currar y sobar”. De modo que, una vez más, me vi sumergido en la dinámica habitual de rock&roll/Voll-Damm/ fumeteo/risas que tan funestos resultados ofrecía al amanecer del día siguiente.                                                                                                             

Así que aquí estoy. En el tren siguiente al que he perdido, aferrado de mala manera a un asidero pringoso y luciendo unas ojeras que más parecen gafas.                                                                                 Estoy hablando del año 85 del siglo pasado y en algunas cuestiones se diría que se trata de la prehistoria: en aquellos vagones se fumaba con absoluta naturalidad y profusión y los “pikas” se dedicaban con tesón a perseguir cuadrillas enteras que viajaban “de colada” y que a veces ofrecían auténticos espectáculos acrobáticos.

A medida que mis brumas se disipan voy tomando conciencia de mis inminentes quehaceres: A las diez, rueda de prensa ordinaria que convoca el diputado general de Bizkaia, Makua. En principio no debe de ser algo demasiado complicado, se trata de colocar la grabadora, apuntar lo fundamental y después convertirlo todo en una de las noticias del informativo de las dos. No es actualidad taquicárdica ni previsible “scoop”, no tendré que esforzarme en dar con preguntas clave o en captar titulares. Soy un neófito de la información y a veces me veo perdido en selvas que en realidad no deberían pasar de jardines. Mi vida, por otro lado, es todo un homenaje a la ironía. Puedo estar un jueves cubriendo un lunch con la Confederación de Empresarios y el sábado llamando a la lucha de clases con mi banda rockera. Esta dualidad me sitúa a veces en situaciones esperpénticas. Mi mayor preocupación en esos momentos radica en el tiempo. He subido al tren en marcha y tengo por delante los minutos justos para hacer el recorrido hasta Bilbao, salir volando en “el apeadero”, atravesar como una flecha el parque, coger los bártulos en la emisora y situarme por los pelos en el lugar preciso. Sin embargo, algo empieza a fallar. En Sestao-Urbínaga el tren se ha retrasado en reanudar su marcha y ahora, en Olaveaga, a tan solo una estación de mi final de trayecto, el parón empieza a superar lo razonable y los nervios recorren los vagones en forma de murmullos. Efectivamente, una voz metalizada confirma lo que tememos: Señores pasajeros, por graves problemas surgidos en el trayecto, este convoy no puede concluir su recorrido. Rogamos lo abandonen a la mayor brevedad posible. Gracias.                                                    Así que corro. Corro sobre las vías, apartando pasajeros remolones y tropezando con raíles y traviesas. Corro entre obreros que corren en sentido contrario al mío dejando atrás un tren en llamas, corro entre botes de humo y pelotazos usando el pánico de gasolina. Corro entre coches sorprendidos y frenazos quemagomas generando amargas alusiones a mi familia. Corro atravesando el parque, propulsado por deyecciones caninas y en constante colisión con paraguas de todo tamaño y color. Corro hasta que mi pecho se alía con mi bazo y me exigen con sus punzadas que deje de correr. La puerta de la emisora se halla a unos quinientos metros y la rueda de prensa a unos diez minutos. No está todo perdido. Como es de esperar, Cristina, la recepcionista, no puede reprimir la carcajada. Mi aspecto debe de ser el de un pollo remojado y mi gesto, sin duda, conserva el estúpido rictus que da la velocidad. En unos instantes vuelven las malas noticias: –No quedan ya grabadoras. Hoy hay muchas convocatorias. “Como no vayas con esta”… Guti me lo dice con una mezcla de preocupación y guasa. Lo que me ofrece es un aparatoso modelo de bobinas que yo ni siquiera tengo el gusto de conocer. –Mira, es muy sencillo, éste botón a la derecha, este a la izquierda y esta palanquita en “on”. Si quieres rebobinar: aquí, y si quieres escuchar, aquí… ¿te repito? No, por dios. Me arriesgaré a confiar en mi memoria y sobre todo en la fortuna, aunque consciente de que hay un principio que se cumple en estos casos: “Si algo puede salir mal, saldrá”. Sólo hay que memorizar cuatro movimientos muy sencillos. Él lo hace con habilidad de prestidigitador, con esa misma que usan ciertos feriantes para venderte el cuchillo corta-todo que después no corta nada. No había tiempo para cursillos, así que cargo con la pieza de museo al hombro y me lanzo de nuevo a las calles con premura, confiando en mi memoria y en la suerte. Al menos no me ha visto el jefe. “Ten cuidado con lo que deseas, no vaya a ser que se cumpla” debió de decir algún chino. Algo de eso me ocurre a mí. Si hace tan solo dos años me dicen que mi banda de rock iba a mantener una intensa actividad y que mi accidentada carrera de periodismo desembocaría en un curro fijo en la radio, habría cambiado  automáticamente de pitonisa. Sin embargo, las situaciones agobiantes son demasiado abundantes y cotidianas como para sentirme flotar sobre una nube. No, lo del día a día son más bien nubarrones, cuando no tormentas en toda regla y más desde mi ingreso en la sección de informativos.

Pocos meses atrás había conocido la dulce experiencia del programa propio. Un lienzo en blanco a llenar día a día con los colores que más me apetecían… entrevistas, montajes, música, sonidos de archivo, conversaciones con los oyentes… y encima un sueldo… demasiado, demasiado pronto. Todo se vino abajo cuando la dirección, en una maniobra tendente a subir la audiencia, fichó a la casi totalidad de la plantilla de los Cuarenta Principales con la intención de instituir una radiofórmula de “música y noticias”. Como mis músicas no cuadraban con los nuevos aires, me tocaron las noticias. El apasionante mundo informativo de la Euskadi de los ochenta: atentados recién cometidos, funerales encendidos, ruedas de prensa bulliciosas, obreros reconvertidos en luchadores callejeros, guerra de las banderas, “tostartekos” contra “armadores” … cada día podía verme en un nuevo planeta extraño, en otro conflicto de difícil interpretación donde era fácil dejarse llevar por lo evidente y difícil hurgar en las tripas de la verdad, o al menos en algo que se le acercara. A veces me sumergía en la más pura desesperación: una semana antes me había visto en medio del caos bursátil, tras ser enviado allí con una inquietante consigna: “Se rumorea que hoy va a pasar algo gordo en la bolsa, véte y entérate”. Sí, parecía que pasaba algo gordo pero ¿qué? Mis colegas (en sentido estricto) de otros medios, no tenían como prioridad explicarme nada y yo me movía entre aquellos psicópatas trajeados como si fuera invisible. Peor, como si fuera un estorbo Ni que decir tiene que mi falta de experiencia me crea problemas. Como bien suele decirse (gracias, Alkate) “cortando cojones se aprende a capar” y yo estoy todavía aprendiendo a manejar las tijeras (o como quiera que se llame lo que usen para capar, que ya me estoy cansando del símil). Como lógica consecuencia, no es extraño que a veces, dos minutos escasos de noticia me lleven un trabajo ímprobo y algún dato de interés se quede en la gatera. El día de la bolsa, por ejemplo, no pasó nada de interés, pero yo dejé pasar por alto lo que me dijo un broker jubilado con el que hice migas aquel día: “Tengo entendido que se van a fusionar las cajas de ahorros”. Lo comenté más tarde con otros periodistas, algunos “expertos” en el área económica y todo fueron sonrisitas y desdenes: “Es hasta físicamente imposible, habría muchas calles con dos sucursales de la misma caja”. Pues bien, pocos días después la noticia saltó a titulares y a mí se me quedó cara de lerdo, aún más de la que ya tenía.

La Gran Vía se va convirtiendo en un inmenso estruendo. Ese tren ardiendo que me daba la bienvenida a un nuevo día es un paso cualitativo en la desesperación de los operarios de “Euskalduna”. Las consecuencias en cadena, habituales en los últimos meses (intervención policial, cortes de tráfico, bomberos, ambulancias…) se han disparado hoy hasta crear un paisaje apocalíptico, como sacado de una película pesimista de ciencia-ficción. Braman bocinas y motores mientras los viandantes aceleran el paso con rictus de tensión. A mí, para completar el cuadro, se me va clavando en el hombro la correa del muerto que llevo colgando. Si tuviera que correr ¿qué hago con semejante lastre? “Bizkaiko Foru Aldundia”, “Diputación Foral de Bizkaia”. Aquí es. Siete minutos de retraso. Con el Cristo que hay en la calle seguro que empiezan tarde. Me lanzo escaleras arriba con decisión. Parece como si el artefacto del demonio hubiera perdido de pronto su peso. Mierda. Lo ha perdido de verdad. El enganche se ha soltado y el mamotreto boto escaleras abajo. Son solo tres botes, pero me duelen como navajazos en el pecho. ¡Ay, Dios! Un caballero de traje azul marino se ha visto sorprendido por la enorme bolsa negra que se le abalanzaba y lo ha asido cual pelota de rugby. Sin tiempo para explicaciones lo arranco de sus brazos farfullando disculpas y reinicio la marcha ciega. Solo tengo una idea difusa de dónde se halla el salón de plenos. Esas dos enormes puertas de vidriera parecen invitar. Hay luz adentro. Las acometo con brío y el estruendo acristalado al abrir parece asustar a una docena de reunidos en torno a una enorme mesa oval. –Perdón, ¿saben dónde es la rueda de prensa de Makua? Un silencio lánguido parece que va a ser toda la respuesta que merezco. Finalmente, uno de ellos, especialmente bronceado y repantingado, se digna en responder con tono cansino: –Las ruedas de prensa de la Diputación son en la Diputación… esto es Hacienda. Todos sonríen maliciosos al constatar mi error. Cuando vuelvo a cerrar las compuertas puedo escuchar sus risotadas. Es cierto, con las prisas no me he dado cuenta de dónde me metía en realidad. El maldito letrero me ha despistado. Me lanzo de nuevo a la calle donde la situación ha empeorado. Ahora el tráfico está literalmente parado y varios conductores se han bajado de los coches con aires de desesperación. El concierto de bocinas se une al de ambulancias impotentes. Un cielo roñoso dota al conjunto de un aura opresiva. “Por lo menos no llueve”, me digo mientras inicio una nueva carrera. Ahora llevo el peso sujeto por el asa y me veo obligado a cambiar de mano cada cuatro pasos. Me duele el corazón, me falla el resuello, son los doscientos metros más largos de mi vida. Finalmente me veo ante el palacio foral, pero tengo que atravesar una concentración de trabajadores de la limpieza que se agolpan en las escalinatas. Lo hago con tanta determinación que algunos congregados pierden el equilibrio. Subo los peldaños escuchando silbidos de fondo y alguna desagradable mención a mi querida madre. Las grandes compuertas de la entrada están cerradas. Me temo lo peor. Trato de abrirlas, el portón cede sin mayor problema, pero un policía foral me para en seco justo a la entrada.

–¿Adónde crees que vas? –A la rueda de prensa de Makua –consigo decir entre resuellos–.                         –¿Rueda de prensa? Hace más de media hora que ha empezado. No se puede pasar. –Un momento. Es muy importante que yo esté ahí –le digo mirándole fijamente a los ojos–. Te juro que si no me dejas lo voy a contar por la radio –añado, sin creer que soy yo el que suelta esas palabras–. En un primer momento la reacción del txapelgorri es un tanto desafiante, pero las consignas del grupo de la pancarta arrecian animados con la escena y finalmente cede. Más escaleras, más puertas. ¿Cuál abro? ¿dónde se sitúa la maldita convocatoria? Cuando mi respiración ahogada y mis latidos van recuperando su ser, creo escuchar un rumor lejano, teñido de cierta solemnidad. A medida que me voy acercando creo reconocer un timbre de voz enfático que podría ser el del diputado general. Abro tímidamente la puerta correspondiente y esta vez sí: varios compañeros de tareas rodean una enorme y lustrosa mesa presidida por José María Makua. Mi irrupción en la sala interrumpe levemente su discurso y hace girar cabezas hacia mi persona. –“Egun on mutil, jezarri zaitez”. Me dice el diputado, con tono campechano. Pero aún no voy a sentarme. Aprovechando que mi figura ha perdido interés, me sitúo en uno de los escasos asientos libres, en el extremo opuesto al orador y trato de sacar discretamente todo mi utillaje de la bolsa.

Como suponía, la carcasa trasparente que servía de tapa, se ha rajado ostensiblemente con la caída y las dos bobinas se han salido de su sitio. Empezamos bien. Extraigo el aparato entero, coloco las cintas en su lugar adecuado, inserto la clavija del micrófono y me repito mentalmente las instrucciones: “Izquierda, derecha, on”… bien. Muevo cada uno de los selectores tal y como –creo– me indicara Guti y… ¡sí! Las agujas de los vúmetros parecen moverse adecuadamente y un pilotito rojo sugiere que estamos grabando. Después del descalabro de las escaleras, es todo un milagro. Bien, Roberto, bien. Antes de dirigirme con mi artillería pesada hacia las inmediaciones del ponente, echo un rápido vistazo. Todos parecen ignorarme excepto una pelirroja de gafas redondas que me observa con disimulo y cierta guasa en la expresión. Los aparatos que arropan al mandatario son, en general, ligeros: seis o siete grabadoras de mano y un par de portátiles Sony con micrófono. Desde mi posición calculo el lugar donde voy a situar mi artilugio y su micro y emprendo la marcha. Procuro adoptar un aire indiferente, rutinario. Avanzo con el muerto del demonio, lo deposito en la mesa, acerco el micro a su posición y emprendo de nuevo la marcha al otro extremo. Durante la operación, el diputado ha tenido la deferencia de interrumpir su plática para permitirme maniobrar. Cuando ya ve que tengo el bolígrafo en la mano y el cuaderno abierto reanuda su speech, un vago listado de subvenciones a diversas entidades deportivas. Estoy a punto de respirar tranquilo pero lo mejor (o peor, según se mire) está por llegar. Las frases del político tienen de pronto eco. Peor. Tienen “rever”. Su voz se repite con unos segundos de retardo y ridiculizada por el sonido metálico del casete. En un primer momento tan solo muestra cierto desconcierto, pero el revuelo posterior entre mis compañeros de la prensa parece incomodarle:

–A ver, por favor, quíteme este tormento de aquí, si es usted tan amable. Me dice, no sin cierta irritación.

–“A ver, por favor, quíteme este tormento de aquí, si es usted tan amable”. Repite la máquina con tonillo robótico.

Los congregados estallan en una carcajada lacerante y yo me abalanzo hacia la grabadora sin saber muy bien para qué. Me siento un cruce entre Peter Sellers y el primer Woody Allen. Acciono botones y palancas en un afán represivo, pero no consigo parar su marcha. Justo al contrario. Alguno de mis movimientos provoca que los carretes inicien un avance enloquecido que termina por expulsarlos del aparato y entonces el descojono es ya desbocado. Para mi sorpresa –y alivio– compruebo que el propio diputado general se muere de la risa tapándose la cara con la mano. La rueda de prensa tardará cinco minutos largos en reanudarse. Para entonces el aparato del pleistoceno está fuera de combate y me las tengo que arreglar tomando apuntes como un descosido.

 

La sala está vacía. Hace unos minutos que el último periodista la ha abandonado. Estoy solo, desmadejado en mi asiento, contemplando un trasto agrietado y descompuesto. A través de la ventana puedo observar que la lluvia ha vuelto a escena. Si hasta ahora todo han sido despropósitos, lo que se avecina puede ser un cataclismo. A ver quién es el guapo que vuelve ahora a la emisora sin cortes de voz y con la grabadora escacharrada. Porca Vita. Justo cuando la desolación y un profundo sentimiento de Titanic anímico me van venciendo, algo me solivianta. Alguien ha posado su mano en mi hombro a la vez que enuncia mi nombre. Es ella. La pelirroja de la mirada acristalada.                                                                                                        

 –Perdona. Es que yo no voy a necesitar la cinta, porque soy de prensa escrita, si quieres te la paso…                                                                                                                                                         

 –Pero… ¿seguro?                                                                                                                                                         

 –Claro, otro día igual puede pasar al revés ¿no? Por cierto, yo que tú no me quedaría aquí mucho tiempo. De un momento a otro se va a montar la de dios.                                                        

Y sí. Cuando salgo a la calle “la de dios” ya está montada. El mundo parece caerse entre sirenas de policía, ambulancias, bomberos y bocinas cabreadas. Emprendo el camino de vuelta al redil. Hay palos, piedras y señales de tráfico torcidas. Hay consignas agrias y un rabioso chaparrón trata de borrar la humareda de los botes de humo. Pero todo me da igual. Un corazón feliz late en mi pecho y mis labios se arquean de forma inconsciente para silbar una estúpida melodía. La grabadora está rota, sí, pero…  “¿tú has visto el Cristo que hay en la calle? ¡Un milagro que haya llegado entera!”


 

martes, 21 de enero de 2025

PUTO BOOMER PRESS



Selección de entrevistas y comentarios aparecidos en diversos medios sobre “Puto Boomer” . Eskerrik asko bihotzez guztioi. 

Enormemente agradecido. 

https://www.udllibros.com/libro-puto_boomer-S290040008

domingo, 12 de enero de 2025

LAS VIDAS DE BRIAN

 


-..¿Qué quieres decir? —pregunté.

-Bueno, tenemos que hacer un disco nuevo, ya sabes.

—Tio, no lo entiendo - dije-. Acabo de leer en la prensa que vuestro nuevo cantante es Allan Fryer.

-Ah, no, no, no... Se han confundido, tío. Se han confundido del todo. Ni siquiera vino a la prueba.

Noté una gran tensión en el pecho.

—¿Me estás diciendo... que estoy en el grupo?

Apenas me salían las palabras.

—Bueno, ya sabes... —dijo Malcolm riéndose un poco, esquivando la pregunta.

Dios le bendiga, pero tenía tanto miedo de meter la pata como yo.

—Mira, Malcolm —dije, decidido a ser brutalmente sincero, eres un buen tío, me lo he pasado en grande contigo y con el grupo, pero me cuesta creer que todo esto vaya en serio. Así que voy a colgar el teléfono. Y si de verdad hablas en serio, por favor llámame en diez minutos y vuelve a darme esta noticia. Porque estoy muy confuso, y es como si estuviera soñando.

-Claro, Brian - dijo Malcolm, lo entiendo. Te llamo en diez minutos.

Clic.

Me había dejado helado. Me quedé sentado con la mirada perdida, contando los diez minutos más largos de mi vida. Si esto era cierto, significaba que todo por lo que había pasado en los últimos diez años había valido la pena. Saltar desde un avión para comprar un juego de voces. Renunciar a una buena carrera en Parsons por un grupo que no tuvo más que un éxito en el Top 10. Dejarme la piel en la carretera durante meses - no, años- seguidos. Caer en todas las trampas inventadas por la industria discográfica. Acabar tan arruinado que tuve que ir a juicio para que no me quitaran la casa. Ver cómo se desintegraba mi matrimonio. Volver a casa de mis padres. Aguantar a esos pomposos coordinadores de conciertos con sus normas y sus leyes y sus medidores de decibelios y sus tribunales disciplinarios...

—Hola, Brian, soy Malcolm de nuevo, ya he dicho que te iba a llamar. Mira, tenemos que irnos de Londres en una semana o dos para empezar a grabar el nuevo disco, así que necesitamos que bajes mañana al local de ensayo y empieces a prepararte. Si estás dispuesto..

—Entonces, ¿de verdad me habéis cogido? —pregunté-. ¿No voy a ser solo el cantante suplente o algo así?

Hubo una larga pausa. Malcolm respiró hondo.

—Bueno —dijo con un punto de malicia en la voz, como si disfrutara de tenerme en vilo. Siempre que tú quieras, colega.

Y de ese modo pasé de ser un instalador de techos de vinilo a ser el cantante de uno de los grupos más flipantes del mundo. Fue un momento... bastante increíble. De hecho, estaba paralizado.

—¿Brian? —dijo Malcolm al cabo de unos instantes— ¿Estás ahí?

-Sí —acerté a decir.

-¿Quieres entrar en el grupo?

=JODER, CLARO QUE SÍ! ¿Dónde hay que firmar?

-Sabes que te van a meter bastante caña, ¿verdad? Porque nuestro grupo... es muy odiado. Por los críticos. Por el establishment. Y a los fans les va a llevar un tiempo hacerse a la idea. ¿Estás seguro de que podrás aguantar toda esa presión, Jonna?

-No -dije sonriendo, pero ia quién coro le importa? Estoy en el grupo.


(Brian Johnson, “Las Vidas de Brian)

jueves, 26 de diciembre de 2024

PUTO BOOMER EN IMÁGENES.


































 






Cada  una de estas imágenes corresponde a un capítulo de "Puto Boomer", el libro que publiqué recientemente con la editorial "Liburuak". No están todas las que son, pero son todas las que están. Si lo tienes y quieres hacer el ejercicio de "casarlas", perfecto, si no, pues  ahí quedan. Sin más.   


sábado, 30 de noviembre de 2024

EL ADIÓS DEL BARDO QUE SIEMPRE FUE A SU AIRE




Se retira Benito, el bardo de Orio, el autor de ‘Erribehera’, de ‘Baldorba’, de ‘Udazken Koloretan’, el que nos hizo soñar con una Zuberoa de cuento. Se retira sin hacer ruido, sin anunciar gira ni concierto gigante de despedida. Un anuncio en rueda de prensa y un disco recopilatorio. Agur. Una vez más, Benito Lertxundi deja su impronta en lo que hace y marca distancias. Siempre supo capear temporales y escaparse de las etiquetas, a las que tanta afición tenemos por aquí.

Estaba ahí en los sesenta, en aquellos concursos que le permitieron grabar sus primeros EPs, discos de cuatro canciones donde ya se despegaba del pelotón: ‘Ez Kanta Beltza’, ‘Loretxoa’, ‘Egia’… Temas de lírica casi adolescente, que mostraban ya en su absoluta desnudez de guitarra y voz unas dotes especiales para hacer llegar sus pasiones a través de la música. Llegaron en los setenta sus grandes trabajos, los que más han penetrado en el corazón de la gente. Benito sonaba con su fantástico disco amarillo, aquel que incluía ‘Maria Solt eta Kastero’ y ‘Jaun Baruak’ en el tocata de maleta de mi casa, combinado sin problemas con Lou Reed o los Stones.

Fue después banda sonora de mis penurias militares con el nostálgico ‘Nere Herriko Neskatxa Maite’ y me hizo disfrutar como nunca con aquel doble soberbio: ‘Zuberoa, Askatasunaren Semeei’. Recuerdo perfectamente la primera vez que fuimos a verle, mi amigo Imanol y yo, al campo de fútbol de Fadura, allá por 1976. Entonces traducía algunos versos antes de cada canción. Cuando terminó su recital todos los presentes, incluidos los músicos, entonaron el ‘Gernikako Arbola’ y comprendimos, en ese mismo instante, que nos la teníamos que aprender sí o sí. Después he acudido a infinidad de recitales y siempre he admirado su empeño en seguir creando y en aparecer como un artista vivo y no solo como un recordador de ‘hits’.

Recientemente tuve la suerte de entrevistarle en Orio, cuando le concedieron la Medalla de Oro de Gipuzkoa. «No hay privilegio mayor que dedicar una vida a crear alimento para el corazón», me decía. También me dijo algo premonitorio: «No he aprendido a cantar, sigo aprendiendo y el día que no piense así, me retiraré». Se retira Benito. Lo hace como lo hizo todo, huyendo de la distorsión, del escándalo, de los megáfonos. Se va a su modo, pero que nadie lo dude, esos temazos van a seguir ahí por mucho tiempo. Ondo segi Lertxundi Jauna.

sábado, 9 de noviembre de 2024

CINE: MARCO. (LA MENTIRA ES LA QUE MANDA).

 


Pues sí, me ha gustado Marco. Es uno de esos pocos casos en los que imaginaba, grosso modo, lo que iba a ver y, sin embrago, he salido satisfecho del cine. Eduard Fernández no decepciona nunca y los directores del filme, hasta ahora, tampoco. Con esas garantías era raro que el producto me resultara decepcionante.                                                                    

Es curioso que en este caso, a pesar de que todo el mundo conoce la historia, es decir, que entramos en el cine con el spoiler traído de casa, el interés, al menos en mi caso, no disminuye en absoluto. 

Marco es un impostor, pero no del todo. Él tuvo su propia historia breve de sufrimiento carcelario en la Alemania nazi, pero no le daba para héroe. Casi sin querer, su peripecia se va exagerando adecuadamente y se convierte en la cruzada de su vida. "La mentira es la que manda, la que causa sensación" cantaban ESKORBUTO y Marco tiene la habilidad de emocionar con su relato.  "Todo el mundo miente un poco sobre su biografía" dice cuando todo se destapa. "Se non è vero, è ben trovato" dicen en Italia y Marco lo sabe bien. Otros de su asociación vivieron de verdad el terror de los campos de concentración y exterminio pero no lo saben transmitir como él.  

Dejando a un lado la historia en sí y las reflexiones que pueda suscitar, lo cierto es que la narración, el ritmo, las secuencias, te llevan de la mano de modo que no te aburres en la hora y cuarenta minutos que dura. Al final no sabes muy bien si quieres o no que el impostor se lleve su merecido. El protagonista consigue que empatices con el personaje hasta ese punto.

   

miércoles, 4 de septiembre de 2024

PUTO BOOMER.



 Así que, aquí estamos de nuevo, con confesiones, con relatos "de época", con surrealismo más o menos mágico, con un repaso a mis iconos musicales, con recuerdos, reflexiones y aventuras, con con un prólogo a tumba a bierta de Gotzon Bastida. Desfilan por sus páginas Los Beatles y los Stones, Leño y Eskorbuto, Pinito del Oro y Jorge Cafrune, Lisergio Laubost y Las Vulpess, Trotsky y Lou Reed, Sex Pistols y Vaya Semanita….entre muchos otros. 
"Puto Boomer" es un puzzle de 30 piezas (una por capítulo) que acaban componiendo un cuadro vital en el que es posible que te reconozcas en más de una ocasión. Es un artefacto que repasa el pasado con el único fin de compartir experiencias y reflexiones como en una reunión entre amigos. Si quieres más info puedes klikar aquí

Mila esker.   


ROBERTO MOSO - De Zarama a Eskorbuto -

miércoles, 7 de agosto de 2024

2001: ODISEA EN EL PASADO

 



Muchos de quienes crecimos en las décadas de los 60 o 70 tuvimos al año 2000 como emblema de un futuro casi mágico en el que nada ya sería igual, Todos habíamos calculado alguna vez cuántos años tendríamos en ese año redondo. En nuestra cuadrilla de chavales del barrio llegamos incluso a un acuerdo: el 1 de enero de 2000, nos citaríamos en la entrada del Empire State Building de Nueva York a las 12 de la noche, viviéramos donde viviéramos. Soñábamos con llevar un estilo de vida muy 'internacional' para ese año. 

Casi sin darnos cuenta, el futuro se ha convertido en pasado. Como se puede comprobar en la melancólica web 'Paleofuture', las imágenes de este primer cuarto de siglo poco tienen que ver con lo que aparecía en las películas y cómics futuristas de la época. Stanley Kubrick dirigió la película "2001 Space Odyssey" en 1968. Su estreno en el 69 coincidió con la llegada del “hombre” a la luna. Las salas de cine se llenaron de gente ansiosa por ver las imágenes espaciales que nos esperaban en el año 2001, 30 años antes de que se alcanzara esa sugerente cifra.                                                                                                              

La película de Kubrick no tenía sentido fuera de las salas de cine. Su encanto estaba directamente ligado a las pantallas gigantes. Los espectadores teníamos que imaginarnos que estábamos en una nave espacial futurista y no parecía tan descabellado pensar que en 2001 viajaríamos en un aparato similar.                        

2001 es también ahora un año lejano, pero en el pasado. No tenemos mochilas voladoras, ni transporte diario a Marte, y los "walkman" y los "vídeos VHS" que se utilizaban en ese año ya están en desuso.                                                                           

Por dar otros datos, en 2001 se estrenó la película "Los Otros" de Amenabar y
primera película de la serie "Harry Potter”, conocimos el primer “Operación Triunfo” y fue el inicio del mandato de George Bush y Ariel Sharon. Los talibanes volaron la imagen de Buda en Afganistán y poco después se produjeron los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono. 2001 fue el año del "corralito" en Argentina, el de la victoria de la coalición entre el PNV y EA en las elecciones autonómicas, ETA asumió 15 atentados mortales, 8 menos que en 2000 y 10 más que en 2002, era el sexto año de la era Aznar... La banda sonora de la época incluía, entre otros a Manu Chao: "Me Gustas Tú", a Shakira: "Suerte", a Coyote Dax: "No Rompas Más" o a Estopa: "La Raja de Tu Falda"...                                                                                  

No, nunca se produjo aquella cita en el mítico “Empire State” pero seguimos todos vivos, que no es poco. Como escribió el poeta francés Paul Valeri en el siglo pasado, "el problema hoy es que el futuro ya no es lo que era".

viernes, 19 de julio de 2024

MEGAMIX BRUTAL: ¿VALE TODO?

Quién lo iba a decir. Así que detrás de aquellos max-mixes compulsivos de los ochenta/noventa había toda una historia donde se cruzan la picaresca, el cine kinki y hasta el true crime.                                                                                                                Yo siempre observé desde una distancia perpleja ese fenómeno discográfico que se alimentaba por igual de chiringuitos playeros, discotecas y viajes familiares en coche. Ahora, gracias a la serie “Megamix Brutal, la fiesta eterna”, que puede verse gratis en rtve-play, nos enteramos de que muchos de los éxitos incluidos en aquellos cóckteles eran en realidad versiones calcadas producidas por un grupo de DJs sobreexplotados y mal pagados.                                                                    

La miniserie documental en tres capítulos está muy conseguida y mantiene el ritmo propio de uno de esos megamixes de los que habla. La historia de dos amigos íntimos que terminan odiándose a muerte es todo un clásico que, en este caso, añade el morbo de tratarse de hechos reales. Otra cuestión sería el enfoque elegido y sus implicaciones éticas. Los dos exsocios, protagonistas de este enfrentamiento no cuentan con el mismo trato por parte del director, Rafael de los Arcos. Ricardo Campoy expone su versión de los hechos durante largos minutos presentando a Miguel Degá como un déspota estirado y mafioso. Miguel, por su parte solo aparece con su imagen real en dos vídeos de archivo. El resto de sus intervenciones son interpretadas por un figurante que lo encarna de forma nada sutil: siempre aparece con cara de malo, engominado y fumando un puro. El colmo del despropósito llega cuando juntan a los dos socios en varias escenas, pero solo uno de ellos es real.                                                                                                        Sabemos finalmente que al “malo” le cayeron tres años de cárcel y se fugó en un permiso carcelario, pero nada nos dicen sobre la denuncia contra el “bueno” por apropiación indebida de 70 millones de pesetas. 


lunes, 1 de julio de 2024

"Iñaki, zer urrun dagoen Kamerun" . (Ura Bere Bidean)

Actuar ante un pabellón como el Bilbao Exhibition Center repleto de público no es algo que ocurra todos los días. Tampoco en muy habitual que te acompañe toda una orquesta sinfónica con coral incluida y que lo hagan bajo la batuta de un director tan reputado como Fernando Velázquez, que, además, me pidió expresamente que felicitara a toda la banda Zarama por la composición. Fue un puntazo trabajar con Tom Lizarazu de Bulego y compartir camerinos con un montón de artistas euskadunes de varias generaciones.  Para mí, es una de esas cosas que ocurren una vez en la vida. Y como “amar es compartir”, aquí te lo dejo. “Iñaki” en versión orquestal. Ura Bere Bidean.    

Publikoz betetako Bilbao Exhibition Center bezalako pabilioi baten aurrean aritzea ez da egunero gertatzen den zerbait. Era berean, ez da oso ohikoa orkestra sinfoniko koraldun oso batek laguntzea eta Fernando Velázquez bezalako zuzendari ospetsu baten gidaritzapean egitea. Gainera, espresuki eskatu zidan Zarama banda osoa zoriontzeko konposizioagatik. Punta-puntakoa izan zen Bulegoko Tom Lizarazurekin lan egitea eta hainbat belaunalditako euskal artistekin kamerinoak partekatzea. Niretzat, bizitzan behin gertatzen den gauza horietako bat da. Eta etiketatzea partekatzea denez, hemen utziko dizut. Iñaki orkestra-bertsioan. Ura Bere Bidean.

  

martes, 14 de mayo de 2024

ARGAZKITAN

 Pes nada, que he salido a dar una vueltita y he sacado unas fotitos con el móvil, sin más.